Qué sobrecogedoras son las lágrimas de Juliette Binoche. Las ves derramarse por sus mejillas y se te hiela la sangre. Ayer Binoche lloró en el Festival de Cannes, dos veces. Primero estampada en una pantalla gigante, durante la proyección de Copie conforme --en castellano, Copia certificada --, la extraordinaria película que el iraní Abbas Kiarostami presentaba a concurso, y después ante la prensa, mientras el cineasta recordaba a su colega Jafar Panahi, encarcelado no se sabe muy bien por qué desde hace meses por el régimen de Ahmadinejad. Y Binoche lloró al enterarse de que quizá Panahi haya empezado una huelga de hambre.

Copie conforme se inspira en Antes del atardecer (2004), de Richard Linklater, y, sobre todo, Te querré siempre (1954), de Roberto Rossellini. "Esa película ha marcado tan profundamente mi inconsciente que decidí hacer una copia para ver si podía ser certificada", confesó el iraní.

Dos personajes que acaban de conocerse, una mujer y un hombre hablan y caminan. Al cabo de un rato, cuando cada uno ya ha decidido sentirse atraído por el otro, empiezan a fingir que son marido y mujer. Mientras ese juego aparentemente inocente se pone emocionalmente peligroso, Kiarostami traslada sus meditaciones sobre la autenticidad y el artificio en el arte a la vida y el amor.

Binoche es capaz de aguantar como una leona un primer plano de varios minutos de su rostro, y de pasar de un extremo emocional a otro, de las risas a las lágrimas que hielan la sangre, sin que nos podamos explicar cómo demonios lo hizo. "La manera de filmar de Abbas me ha permitido hacer volteretas emocionales, vivir una inmensidad interior desconocida".

La de ayer fue, sin duda, la jornada competitiva más potente vivida en el certamen, también gracias a Of gods and men , de Xavier Beauvois, inspirada en el secuestro y asesinato de siete monjes cistercienses en Algeria en 1996. El filme plantear cuestiones sobre la violencia fundamentalista o el significado de la vocación religiosa en un mundo feroz.