En el 'biopic' 'Seberg', Kristen Stewart encarna a la actriz Jean Seberg, cuya vida fue destruida por el FBI en los 60 a causa de su apoyo a los Panteras Negras. Hoy la ha presentado en el certamen vasco.

Por qué cree que es importante recordar la historia de Jean Seberg?Porque representa los inicios de la cultura de la vigilancia permanente en la que vivimos actualmente. Seberg fue espiada, engañada, humillada y destruida por el sistema a causa de sus creencias y su idealismo, y no hay más que fijarse en nuestros líderes políticos para comprender que vivimos en una sociedad en la que algo así podría volver a suceder.

A lo largo de su carrera, usted también ha sido objeto del escrutinio excesivo y hasta de la vigilancia. Se siente identificada con Seberg?En varios aspectos. Todo actor y toda actriz busca la mirada del espectador, y es terrorífico cuando esa mirada busca dañarte. Comparto con ella ese miedo a ser observada. Asimismo, sé que a Seberg se le daba le daba fatal mentir, y también en ese sentido creo que somos muy parecidas. De hecho, mi sinceridad me ha acarreado más de un problema. Debería aprender a mentir mejor.

Seberg sentía la responsabilidad de usar su celebridad como herramienta de concienciación social. Usted también?Sin duda. Quien diga que el arte debería mantenerse al margen de la política es que no sabe qué es el arte. Todo lo que hago como artista, y todos los proyectos por los que me siento atraída a nivel creativo, dicen mucho de mi identidad social y política. Y creo que cualquier figura pública debe ser consciente de la influencia que tiene y usarla de forma responsable. Cualquier actitud distinta a esa me parece peligrosa.

Con la perspectiva del tiempo, cómo valora su participación en la saga 'Crepúsculo'? Qué aprendió de ella?Cuando la primera película de la saga se convirtió en un éxito mundial yo tenía 18 años, y obviamente no estaba preparada para la vorágine en la que me vi envuelta; probablemente no la gestioné de la mejor manera. A medida que hago mayor, mi vida es cada vez más fácil. He comprendido mis prioridades como artista: quiero ser relevante, y no limitarme a escoger mis papeles como si mi carrera fuera un concurso de popularidad. Y me he dado cuenta de que es imposible que puedas controlar el efecto que causas en el público. Si hay personas a las que no gusto, peor para ellas.