Luis Pastor iba a actuar el 8 de septiembre en las fiestas del barrio madrileño de Aravaca, pero hace unos días la empresa promotora, con la que había firmado contrato meses atrás, le hizo saber que tanto su recital como el que iba a dar su hijo Pedro se suspendían por indicación consistorial. El trovador extremeño se lo toma con filosofía: dice que actuará de una manera u otra en Aravaca, porque así lo quieren los vecinos.

-¿Qué motivo le dieron para suprimir el recital?

-El empresario nos dijo que el nuevo consistorio no veía bien nuestras actuaciones. No se nos dio ninguna razón política. Puede parecer una decisión tomada por los nuevos regidores de Aravaca, pero yo creo que es una orden que viene del Ayuntamiento de Madrid. También han suspendido el pregón que iba a hacer un grupo de mujeres en Lavapiés. Es una tras otra.

-El PP de Madrid anunció este jueves que no contrataría «a grupos afines a Podemos ni a condenados por humillar a víctimas del terrorismo». Un mensaje de Twitter que luego fue borrado.

-No estoy al corriente de esto, pero creo que se están retratando y que ya son descarados. Esto no es solo la prohibición de unos cantautores sino que amenaza con extenderse como una forma de hacer política cultural. Es un problema nacional y político.

-Hace unos días cayeron 21 conciertos de las fiestas de Oviedo (ayuntamiento, como el de Madrid, ahora en manos del PP y Ciudadanos). Una de las artistas afectadas, Luz Casal, ha llegado a asegurar que estas cosas le han pasado siempre y que no ocurren en un único espacio político.

-A mí me contratan poco tanto unos como otros. No vivo de las administraciones, sino del público. Y en todos lados cuecen habas. Podemos y el PSOE han mandado en Madrid y yo no he cantado en San Isidro. No hay ningún planteamiento cultural estructurado en ningún grupo político, sea de derechas o de izquierdas. La cultura ha ido desapareciendo de las fiestas de barrios y ciudades. Pero el problema no está en mí, sino en lo que se intuye que va a venir.

-¿A qué se refiere?

-La derecha vuelve al poder en Madrid moviéndose por revanchismo. Caso flagrante: Madrid Central. Entraron chulos, chulos: «Lo primero que quitaremos es Madrid Central». Y luego no pueden, porque Europa no se lo permite y los van a multar. Y porque nos vamos a asfixiar. Hay un acuerdo de tres partidos y uno, Vox, en la sombra, marca posiblemente el tono, el ritmo y la marcha marcial.

-Usted ha anunciado que piensa actuar igualmente en las fiestas de Aravaca.

-Bueno, lo dicen los vecinos, no es que lo diga yo en plan chulo. Habrá un concierto alternativo. Hemos invitado al grupo (Los Fesser) que nos iba a sustituir y que se ha negado a actuar.

-Tras la cancelación de Aravaca, el Ayuntamiento de Barcelona le ofreció actuar.

-No solo el de Barcelona: Móstoles, Alcorcón, Zamora... Me está saliendo más trabajo que antes. Y se lo digo a los periodistas: «Carajo, publiqué un libro sobre mi vida en verso (¿Qué fue de los cantautores?, 2017) y no me dabais chance».

-¿Ve oportunismo en esta invitación?

-Hombre, en la política hay oportunismo, y uno siente que puede ser utilizado como una pelota de pimpón. A lo mejor aquí mi hijo no opina lo mismo, pero yo estoy dispuesto a ir allá donde me llamen. Y si me llama gente de izquierdas, mucho mejor. Voy a aprovechar el tirón. Me han hecho una publicidad que no la habría hecho yo ni con todo el dinero que me prestaran.

-Su última obra es el disco-libro El viaje del elefante (2017), con poemas de José Saramago. ¿Hay otro en camino?

-Podría tener tres discos más, pero no tengo dinero para grabarlos. Tengo compuesto uno sobre poetas canarios, otro de Miguel Hernández y otro con canciones enteramente mías. Quizá lo que me ha pasado me ayude a poder juntar dinerito para grabar uno.

-Su viejo amigo el periodista Gabriel Jaraba escribió: «Al invitarlo a Barcelona no hace más que retomar la tradición: sus dos primeros discos los grabó en nuestra ciudad porque en Madrid no le hacían caso. Era 1972-73».

-Durante años yo he sentido que las puertas de la cultura en Cataluña estaban cerradas, pero como lo estaban las de Madrid. No canto en las fiestas de Barcelona desde el 87. Tampoco la izquierda ha tenido interés, y por una realidad que trasciende lo artístico.