-- Bernardo y Mar de fondo están protagonizadas por sendos perros. ¿Qué hacen tantos perros en Loco encontrao?

--Bernardo era un perro que se me perdió y nada, le he hecho una canción. La otra canción es la típica imagen de un perro atado fuera de un bar y el dueño dentro poniéndose morado. Ahora vivo en el campo, cerca del mar, y tengo cinco perros. También salen peces en el álbum. El mundo canino y el marino están bastante presentes en el disco.

--¿Qué importancia han tenido los bares en su vida?

--Mucha.

--¿Sus discos se pueden disfrutar plenamente en mp3?

--Rotundamente, no. Pero poca gente ahora se sienta, coge las letras y escucha un disco. La música es más como un fondo que se pone la gente. Confío en que la música vuelva a considerarse lo que es. Algo a lo que hay que prestar atención. Algo que da información. Algo que pone los pelos de punta.

--Sus álbumes transmiten sensación de naturalidad. ¿Es una calidad que aprecia en la música?

--En la música, en la literatura y en todo. Que parezca fácil.

--¿Cómo se logra transmitir esa sensación?

--Ensayar, lo justo. Tomártelo en serio pero no demasiado. Disfrutarlo. Estar rodeado de personas que además de buenos músicos sean buenos amigos. Y sobre todo que las canciones tengan peso. Porque si no hay canciones, no hay nada.

--Sin menospreciar sus letras con Los Enemigos, que ahora les da más importancia.

--Con Los Enemigos quizá era un poco más conformista, sobre todo porque a veces Fino Oyonarte, el bajista del grupo me pedía una letra para una música suya. Y no es lo mismo. Hala, toma tu letra. Pero siempre he considerado que en las canciones la letra y la música tienen la misma importancia. Lo que no quiere decir que la letra tenga que ser profunda ni hostias en vinagre. Achilipú de Dolores Vargas, la Terremoto, tiene una letra buenísima.

--¿Qué entendía por rock adulto cuando tenía 20 años?

--No recuerdo que existiera esa idea.