Recuerdo la noche en la que consiguió el segundo premio Desplante, en el Festival de La Unión, Murcia. A mí me gustó muchísimo esa María Canea (San Juan del Puerto, Huelva, 1990) que tanto disfrutaba de un escenario al que, a pesar de su fuerza, no sentía como suyo. Ella no iba a ganar, iba a ‘crecer’ como artista. En esos años, yo iba de reportera siguiendo a la gran maestra japonesa Yoko Komatsubara para Canal Sur Andalucía. Era el año 2009. Después de aquello, le perdí la pista a la onubense a pesar de que siempre me interesé por su carrera: «en este mundo no es solo que una quiera, y que una lo intente, sino que coincidan ciertos factores, entre ellos, que las puertas se abran y que la gente se una para que tú puedas conseguir las metas», asegura María. No ha debido tenerlo fácil, porque volví a interesarme por ella cuando se firmó entre Andalucía, Murcia y Extremadura en Sevilla esa rúbrica que convertiría al Flamenco en nuestro Patrimonio Cultural Inmaterial, y no logré verla. De aquello, hace ya siete años. Hoy me reencuentro con Canea, y me hace especial ilusión ver que resurge con fuerza con un espectáculo propio: ‘Del rojo al naranja’ que acaba de estrenar en su Huelva natal. Para los que no estuvieron, tienen una nueva oportunidad el 3 de marzo en Moguer. No creo que nadie ya, pueda pararla.

--¿Qué hay entre esos dos colores?

--Entre eso dos colores, del rojo al naranja, hay alegría, tristeza, sensibilidades. Hay mucha armonía, hay cariño, pena, dolor, sensaciones, sentimientos y un sinfín de intenciones que se van evidenciando según los colores.

--¿Cómo surgió el nombre del espectáculo?

--Surgió cuando mi mánager de aquella época, Luismi y yo, decidimos crear un espectáculo en solitario para abarcar más allá de las peñas flamencas y los festivales. Teníamos claro que queríamos avanzar en mi carrera. Luismi siempre catalogó mi baile como algo explosivo, lleno de color, y después de darle muchas vueltas y de investigar sobre el significado de los colores, nos salió un círculo cromático con un sinfín de colores y una multitud de sensaciones. A mí, personalmente, el rojo me encanta y a la vez el naranja me transmite mucha fuerza... y de ahí salió el nombre: ‘Del rojo al maranja’ y todo lo que conlleva este espectáculo.

--¿Qué aporta el ‘color’ al baile?

--El color al baile es la fuerza, las sensaciones que uno siente, y sobre todo, lo que uno puede llegar a transmitir. Los colores en mi espectáculo se utilizan, tanto como fondo visual como en el vestuario, y todo te transporta a un cúmulo de sensaciones que dependiendo del baile, te lleva a un momento u a otro. Tengo la sensación de haber conseguido lo que nos proponíamos, que era que el público lo catalogara y marcara según los colores.

Me dicen: ‘en el momento naranja... en el momento verde...’ lo catalogan así y a partir de ahí lo van recreando y te van hablando desde el color. Las siguiriyas son de color rojo, la guajira, con un punto teatral y cómico, es rosa. La rondeña, que magistralmente toca el guitarrista Miguel Pérez, es de color amarillo. Esas falsetas, esa musicalidad es digna de ese color tan vital y tan efusivo. Ahí, voy entera de hombre..., ves el amarillo, ¡y te deslumbra! El verde, en las alegrías, transmite paz, concentración, es algo más reposado porque nos vamos a una alegría no ‘arriba’ sino a la tradicional, esa que recuerda a Matilde Coral, con ese mantón, con algo de picardía..., con mucho gusto. Unas alegrías más de corazón, más de arte, más elegante..., esas que recuerdan a la escuela sevillana. Es el verde que te transmite una esmeralda, un verde esperanza. El color morado son los tarantos y lo tangos, un color que te lleva a la oscuridad de la mina, con esa penuria que tenían que pasar, pero un morado que también se puede vivir en violeta... El azul eléctrico nos lleva a la soleá solemne, al sentimiento, y nos concentramos en ese azul oscuro, y después rematamos con el naranja, y ahí hacemos la soleá por bulerías porque es un baile actual, que está ‘arriba’ de ritmo, tiene vitalidad y es muy flamenco.

Cuando lo estrenamos el pasado sábado en el Gran Teatro de Huelva me acompañó Canales y fue muy emocionante. Rematamos en un juego de tiempos y contratiempos en ese color naranja, y así, por bulerías.

--¿Hay algo con lo que no se atreva?

--Yo no me atrevo con quedarme quieta, es lo único con lo que no me atrevo. Siempre intento llegar más allá de lo que voy consiguiendo cada año, y de luchar por seguir trabajando, bailando y disfrutando de esto. Esta magia que te aporta el baile muy pocos la conocen. El que la disfruta sabe de más, que no puede vivir sin ella.

--A los tres años empezó en el baile, ¿cuánto le debe a sus padres?

--A mis padres le debo todo, porque si tú no tienes una base que decide apoyarte puedes intentarlo, pero llegarías un poco más tarde a la hora de conseguir tú camino, pero gracias a Dios desde el momento cero, pude contar con ellos. Mis padres siempre me han transmitido que fuera muy exigente conmigo misma, que nunca me quedara quieta, que nunca me quedara conforme con lo primero que surgiera, y sobre todo, que intentara siempre luchar por mis sueños. Luchar por mis sueños y que siguiera adelante.

--¿Qué recuerdos tiene de la noche del 2009 en la que quedó en segunda lugar en La Unión, en Murcia?

--Lo de La Unión, siempre quedará en mi retina y en mi corazón…, siempre recuerdo aquel instinto que tuvimos de intentar presentarnos para ofrecer algo más a mi carrera, pero sin ánimo de ganar ni mucho menos. Sin embargo, cuando a todo le pones el corazón y encima no esperas nada a cambio…, ¡y lo recibes! todo te parece un mundo y para mí fue eso: un mundo.

--Me da la sensación de que su carrera ha dado ‘poco ruido’ desde entonces…, y hasta ahora. ¿Qué ha pasado?

--En este mundo no es solo que una quiera, y que una lo intente, sino que coincidan ciertos factores, entre ellos, que las puertas se abran y que la gente se una para que tú puedas conseguir las metas. Pues después de La Unión, como bien dice, esos factores fallaron. Ya después de esos años, y con la madurez, la constancia y el haber seguido desarrollándome, investigando y creando, me han llevado a que una se ‘rompa’ haciendo algo personal, tuyo, para que no se quede solo en peñas flamencas o en festivales de verano como le decía, sino que también llegue a teatros y circuitos del resto del país.

--¿De qué color es el éxito según María Canea?

--Del color que cada uno quiera darle a la felicidad. Es el color que todo llevamos dentro. Tenemos que ser capaces de ser felices con lo que tengamos, y saber abastecernos e ir cumpliendo poco a poco nuestros sueños. Todo llega porque no dejamos de buscarlo e intentarlo, y lo necesario para tener color en nuestras vidas es luchar, luchar y seguir luchando.