La pandemia ha postergado un mes y medio la salida de Posible, el nuevo álbum de Bunbury, que ve la luz con su cancionero de tacto contemporáneo, con rock y electrónica, y sin rastro de los géneros populares de otros tiempos. Disco que no se presentará en directo hasta el año que viene, traducido en conciertos en España previstos para agosto y septiembre del 2021. «La distancia social y la limitación de aforos no cuadran con la visión que tenemos de esta gira», explica el cantante zaragozano por correo electrónico, el medio que elige para atender a la prensa.

-En una de las nuevas canciones, ‘Deseos de usar y tirar’, habla de los hombres que quiso ser, y en ‘Arte de vanguardia’ desliza: «Quizá no haya vivido como debiera / Quizá haya bebido de más». ¿Se arrepiente de algo?

-No soy nada nostálgico. Pienso muy poco en el pasado. Es cierto que a veces fantaseo con la posibilidad de haber sido diseñador de alta costura o haber vivido en Tailandia o de poder leer a Mishima en japonés. Las posibles versiones de uno mismo que se dejan pasar, en mi caso, pesan mucho menos que las posibilidades que se abren a cada paso. Soy un tipo positivo.

-«Como me dijo Nick Cave / tú no eres tu pasado», dice en ‘Deseos de usar y tirar’. ¿Es su carrera un ejercicio de superación de etapas frente a las expectativas de quienes le reclaman que se quede en el mismo lugar?

-Entiendo a aquellos que fueron felices en un lugar y desean poder volver a él. Pero poder liberarte del peso de tu propio pasado, viajar ligero de equipaje, es una opción que me parece muy útil para la evolución artística y para moverte con mayor facilidad cada vez que te enfrentas a un proyecto creativo.

-En su música han ido quedando atrás las referencias a géneros canónicos (blues, cabaret, latinidad). ¿Aspira a alcanzar un imaginario musical sin raíces o de síntesis?

-Esa era la idea en esta trilogía de discos que conforman Palosanto (2013), Expectativas (2017) y Posible. Creo que este último es el disco en el que más se nota. He querido traer mi música al presente después de tantos discos profundizando en la tradición y mezclándola con mi propuesta.

-La electrónica marcó su primer álbum como solista, ‘Radical sonora’ (1997). ¿Quizá en aquel momento era una electrónica más sujeta a las tendencias del momento?

-Totalmente. En Radical sonora los ritmos que sostienen las canciones están más anclados en los movimientos de la época. El jungle, el drum’n’bass, el trip hop, el breakbeat o la música industrial. En cambio, en Posible no se encuentran referencias claras a las tendencias del momento.

-Esta vez no hay referencias políticas tan explícitas como en ‘Bandeja de plata’, de ‘Expectativas’ (2017). ¿El paisaje es demasiado empobrecedor o tóxico para que interfiera en su mundo de canciones?

-Me parecía que, en este disco, la mirada debía tornarse hacia adentro, atendiendo a lo personal e intentando llegar a una conexión con el oyente a través de las preocupaciones más hondas y personales. Por otro lado, a mí la política no me interesa. Me parecen huesos que nos lanzan a los perros para que nos devoremos los unos a los otros, mientras lo realmente sustancial ocurre por detrás o por encima.

-Se especula sobre qué mundo nos va a dejar la pandemia. ¿Hay algún aspecto en el que este shock pueda representar una oportunidad?

-Claro. Hoy es complicado, porque tenemos la mierda pegada a la suela de nuestros zapatos, pero llegará el momento en el que ya no hablaremos de contar mascarillas, sino de los temas importantes. Pienso en el debate entre la seguridad y los derechos fundamentales, o en el manejo de las instituciones internacionales y el Big Pharma, o la dependencia o independencia que tenemos para tomar decisiones sustanciales que salpican a la salud y la economía. Y las intenciones de los filántropos de las nuevas tecnologías…

-Y en el plano musical, ¿este sería el momento de repensar la industria?

-Uf, creo que debemos de pensar en cómo y cuándo volver a la calle y abrazarnos y besarnos. Esa es la dirección. Pensar que nunca volveremos a cosas básicas como la convivencia, es poco realista y no favorece en nada a nuestra evolución como especie.