Hace siete años, David O. Russell estrenaba La gran estafa americana, un filme sobre los entresijos del poder corrupto y las grandes estafas políticas y empresariales. En la cultura estadounidense, reflejada en el cine, la estafa es un tema recurrente y casi aceptado. En plena pandemia se estrenó en streaming La estafa (Bad education), en la que Hugh Jackman encarna al reputado gerente de una institución escolar que malversa fondos a destajo.

Este filme estaba basado en hechos reales. La última gran estafa no. Es un divertimento, una ficción, y ya llevada a las pantallas en 1982 en una oscura y desconocidísima serie B, The comeback trail, en la que Buster Crabbe, un inexpresivo pero atlético actor que fue Tarzan, Flash Gordon y Buck Rogers en los seriales de los años 30, interpretó al viejo vaquero al que ahora da vida Tommy Lee Jones.

La estafa es ahora cinematográfica. El productor aquejado por las deudas que interpreta Robert De Niro organiza el rodaje de un filme pensando en matar a su protagonista para cobrar una millonada del seguro. No parece que sea ni una gran estafa ni la última, pero el filme resulta insuficiente.

Un poco de humor propio del cartoon para contar los intentos irrisoriamente frustrados por parte del productor para matar a su estrella durante la filmación de las escenas de acción, un poco de cine dentro de cine, algo de ironía en cuanto a Hollywood y un histrionismo moderado de De Niro, Jones y Morgan Freeman, tres actores de vuelta de todo.