La vida secreta de las palabras, con cuatro premios, entre ellos el de mejor película, dirección y guión original, se ha alzado como ganadora de los Goya más descafeinados de los últimos años, que no tuvieron una clara favorita hasta el final y que estuvieron muy repartidos, en una gala tediosa e interminable.

Isabel Coixet tuvo que subir al escenario dos veces, como mejor directora y como autora del mejor guión original. La cineasta recordó a sus actores --"pues, sin ellos, una historia no es nada... Mi Tim, mi Sarah y mi Javier Cámara, que se fue muy triste porque se lo merecía", dijo la cineasta que recordó "a las heroínas" que conoció en Sarajevo, que, dijo, le prestaron "sus voces, sus silencios y su dolor".

En segundo lugar se situó Princesas, de Fernando León de Aranoa, que aspiraba a nueve Goya y logró tres, dos para sus dos protagonistas, Candela Peña --mejor actriz principal-- y Micaela Nevárez, revelación, además del de canción original.

'Obaba', la gran perdedora

La gran perdedora de la noche fue Obaba, de Montxo Armendáriz, candidata a diez premios, de los que se llevó sólo el de mejor sonido. Mientras que Ninette, de José Luis Garci, que aspiraba a siete Goyas, también logró uno de carácter técnico.

Tres Goyas logró Camarón, de Jaime Chávarri, entre ellos el de actor protagonista para Óscar Jaenada, y dos técnicos. Y dos premios logró también El método, de Marcelo Piñeyro, que obtuvo el galardón al mejor guión adaptado y el de actor de reparto para Carmelo Gómez.

El Goya al mejor director novel no constituyó una sorpresa al conseguirlo Tapas, de José Corbacho y Juan Cruz. Corbacho, con un traje azul eléctrico, puso la nota de humor al hacer un juego de palabras con la dedicatoria de Cruz y brindar su Goya "a la rubia que siempre me acompaña y que esta noche me cobra más por ser una gala de premios. Y a toda la gente que me quiere; y a los que no, ¡que les den dos duros!".

Antonio Banderas

En una noche teñida de blanco por la nieve que caía en las afueras del Palacio Municipal de Congresos, llegaron por sorpresa un Antonio Banderas que confesó que llevaba 19 años sin asistir a una gala de los Goya y que entregó el Goya a la mejor película. Y la hermana y productora de Woody Allen, Letty Aronson, a quien no extrañó, por tanto, verla recoger luego el premio al mejor filme europeo para Match Point.

Aronson dijo que su hermano adoraba ser considerado un director europeo y tanto ella como Woody consideran a España su segundo hogar, para luego anunciar que el cineasta está preparando un nuevo proyecto que, quizás, ruede en Barcelona.

Iluminados por el fuego, del argentino Tristan Bauer se llevó, como era de esperar, el Goya a la mejor película de habla hispana.

Homenaje a Pedro Masó

El momento más entrañable fue la entrega del Goya de Honor al productor, guionista y director Pedro Masó, que recordó que, "dos palabras: ¡acción! y ¡corten!, han formado parte de mi vida" y dedicó el premio a sus hijos, "a quienes no pude dar el tiempo que debía porque se lo di al cine, llevo 60 años entregado a esto. ¡Y lo que me queda!".

Santiago Segura, calificado por Concha Velasco como "El brazo listo de las taquillas", ironizó con el hecho de no tener ninguna candidatura: "En vez de darme de baja de la Academia o irme a Hollywood, aquí estoy, con solidaridad, la actitud necesaria para levantar el cine español y, si se me permite decir, ¡a España y sus naciones!".