Esto no es para ti" es la advertencia con la que se abre al lector La casa de hojas , debut del autor norteamericano Mark Z. Danielewski, y sin duda una de las obras más extravagantes de la literatura de todos los tiempos --incluidas Alicia en el país de las maravillas , el Tristam Shandy de Sterne o En nadar-dos-pájaros de Flann O'Brien--, que ha tardado en llegar a la edición española más de una década. Apareció originalmente en el 2000 y solo los esfuerzos conjuntos de dos pequeños sellos como Pálido fuego y Alpha Decay --tras decaer el empeño de alguna editorial más poderosa-- han hecho posible que llegue a las librerías el próximo día 11.

No es un libro de fácil producción; 700 páginas, distintas tipografías, algunas palabras clave en color y una organización aparentemente caprichosa de los textos... Y es que La casa de hojas , de ahí la advertencia del comienzo, no es para lectores convencionales, aunque lo que se van a encontrar sobre todo sea una historia clásica de casas encantadas. Está dirigida a aquellos a los que no les importe implicarse en un juego narrativo ambicioso hasta la extenuación y a la vez tan divertido como para caer en la payasada.

Explicar qué demonios es esta novela requeriría pizarra, puntero y diversos croquis (y ni siquiera así quedaría suficientemente clarificada) porque su estructura, como buen objeto postmoderno, se ramifica y se pliega sobre sí misma a modo de cajas chinas. El punto de partida es la vieja fórmula del manuscrito encontrado, pero llevado al colmo del retorcimiento. El camino más recto para contarla es decir que se trata de la historia de un padre de familia, Will Navidson, prestigioso fotógrafo de guerra con complejo de culpa, que descubre que la nueva casa que acaba de adquirir es en realidad más grande por dentro que por fuera. Eso le lleva a adentrarse en un inmenso e insondable espacio en el interior de la vivienda al que, como en el mundo de Narnia, se accede a través de un armario.

TRAS LOVECRAFT Lo que podría parecer una típica narración de terror al estilo Lovecraft --esa es una de las infinitas lecturas del libro y, sin duda, la más amena-- se despliega en un sinfín de perspectivas laberínticas desde el punto de vista narrativo. A saber: los lectores accedemos a esa historia gracias a Johnny Truant, un macarra drogadicto, empleado de una casa de tatuajes que encuentra el manuscrito de Zampanò, un anciano ciego que acaba de morir. El texto, El informe Navidson , es un estudio en tono de parodia sobre el documental realizado por Navidson, en la línea El proyecto de la Bruja de Blair . Y para complicar más la lectura va acompañado por las notas, contradictorias en intenciones, estilo y registro gráfico, de Truant y de Zampanò. Todo ello aliñado con una maraña de manuscritos, voces y anexos gráficos que no es posible leer de forma lineal. En ocasiones, el libro pide al lector que gire la página en redondo para ser leído. Unos textos solo pueden leerse gracias a un espejo, otros solo cubren la mitad de una página dividida en diagonal. En algunas páginas solo aparecen unas pocas palabras a fin de acelerar la lectura, traduciendo visualmente el vértigo al que se enfrenta el protagonista (y más tarde, los aventureros que este recluta) al internarse en los laberínticos y ominosos pasillos del espacio interior de la casa.

Cuando se publicó en Estados Unidos, la novela ya se había labrado una fama para iniciados circulando de mano en mano a modo de fanzine monstruoso años antes. El novelista Javier Calvo, traductor de La casa de hojas --tarea en la que ha empleado un año--, que entonces vivía en Estados Unidos, recuerda el gran revuelo que provocó entre los hipsters . "A mí me gusta mucho por lo que tiene de novela de género, el posterior camino de su autor, más volcado en la metaficción me interesa bastante menos". Pese a lo que pueda parecer, Calvo asegura que el trabajo ha sido laborioso pero no difícil. "Ana S. Pareja una de los dos editores junto a José Luis Amores me ha ayudado con todos los acrósticos que hay en el texto". La edición ha tenido incluso la colaboración de un experto mexicano, René López Villamar, buen conocedor de las ingentes interpretaciones que este libro inacabable ha provocado en los foros de internet.

Otro escritor, Robert Juan-Cantavella, es el responsable de la maquetación del texto. Lograr la proeza de que la página en castellano sea igual a la norteamericana en un 95% --algo que otras ediciones no han respetado-- ha sido una labor tan complicada que asegura no querer volver a repetir algo semejante nunca más. "Es una novela que se inscribe en la literatura experimental, en la que la forma complementa el contenido y ese diálogo es muy significativo porque también es narrativo".

En su momento, autores como Bret Easton Ellis, Jonathan Lethem y Stephen King cayeron rendidos ante el vértigo y la brillantez de esta novela en forma de laberinto. Ahora la pelota esta en el terreno del lector.