El cantante de Lagarto Amarillo lo tiene claro. "Somos el grupo de moda", suelta feliz tras haber arrasado hace 15 días en La Riviera de Madrid. El kilómetro cero de una gira eléctrica que luego le llevó a la sala Razzmatazz, en Barcelona. Resulta que en ambos lugares la banda de estos tres hermanos ya había tocado. Pero con más formaciones. ¿Qué supone este salto? ¿Hay miedo, quizás angustia, cierta presión? "Sobre todo mucho respeto --responde Pablo Mora-- porque son salas muy representativas".

"El reto es muy grande. La Riviera, por ejemplo, tiene un aforo de 2.500 personas. Así que en un año hemos doblado el número de público de nuestros conciertos. Llevamos sin parar desde el pasado enero girando pero en formato acústico. Y ahora iniciamos esta nueva etapa, teniendo bolos cerrados hasta navidad", añade el vocalista, compositor y timonel de un trío que acumula más de diez años de trayectoria.

El punto de inflexión de su carrera vino cuando su canción Cuéntame se usó para anunciar la popular serie de TVE. Corría el año 2007. Y la pieza pertenecía al disco Distinto , un álbum en el que seguían apostando por el mestizaje, pero con la mirada ya más puesta en el pop. Y que les valió premios hasta en América. El de mejor disco latino y la segunda mejor canción Cuéntame entre 500.000 candidatas en los Just Plain Folks Music Awards de Los Angeles. "Fue una compañía americana la que nos propuso y que luego vendió ejemplares de nuestro trabajo en Estados Unidos, Japón... Lo gracioso fue que como no sabíamos que íbamos a ganar, pues no fuimos a la gala a recogerlo. Pero nos mandaron el premio, ¿eh?", relata, entre risas.

Pero "la carambola", prosigue, ha sido la pieza Culpable , "una de las más radiadas últimamente", y que pertenece a este último compacto que siguen promocionando, de título ambiguo, Estoy mintiendo de verdad. "Una mentira se puede convertir en verdad", asegura, tras querer resaltar la foto de la carátula.

"Mira, tres sombreros de copa, que tienen relación con este título. La idea que hemos desarrollado musicalmente es que se va perdiendo la capacidad de creer en la magia. Cuando un mago hace salir un conejo de la chistera, pensamos 'pobre animal, qué calor habrá pasado allí metido tras el falso fondo, mientras que el crío alucina. Para él lo que está viendo ¡es verdad!'".

Opina que esta ilusión debe mantenerse. "Se ha extendido la mala fe. El mirar solo las cosas malas. La queja. Y hay que centrarse más en lo bonito. Dejar de lado tanto malaje". El líder de la banda, que en 2004 viajó a Palestina con la Plataforma de mujeres contra la violencia de género, asegura que los músicos "no deben politizarse, aunque la vida sea pura política. Mejor cantar y tocar. Sin olvidarse, por supuesto, de las causas solidarias".