Bebo Valdés, un grande entre los grandes de la época dorada de la música cubana (y una de las mejores manos izquierdas del jazz), murió ayer a los 94 años en Estocolmo (Suecia), donde se casó con su última mujer, 26 años más joven. Hace varias semanas que sus hijos se lo llevaron, ya enfermo de alzhéimer, al frío del norte. Su refugio, sin embargo, era Benalmádena (Málaga), donde recientemente recibió la visita del cineasta Fernando Trueba, precisamente quien le rescató del olvido en el 2000, para informarle de la reedición en una sola caja con los ocho discos que Valdés grabó bajo su producción, después de filmar Calle 54 .

Este pianista, compositor y arreglista fue una de las principales figuras del filin, ayudó al nacimiento del mambo, creó la revolucionaria batanga y fue uno de los máximos exponentes del mal llamado latin-jazz (resumiendo mucho los grandes méritos de su trayectoria). Pero siempre fue un hombre muy humilde. "Lo del latin-jazz se lo inventaron con el primer disco que grabé para Decca. En realidad, lo que hacíamos era afrocuban-jazz, pero me argumentaron que con este otro nombre sería más comercial", explicó el artista en una ocasión a este diario.

Además de grandes figuras de Cuba como Benny Moré o Cachao, trabajó con Lucho Gatica y Nat King Cole, al que enseñó a cantar en castellano. "Y no veas qué problemas tenía para pronunciar la o . Pero, ¡cómo cantaba! Lo curioso es que todavía era mejor pianista", recordó en esa misma entrevista.

Dejó dos mujeres en Cuba y cinco hijos. Y cuando se instaló en Suecia estuvo aislado de la industria durante 40 largos años hasta que llegó Paquito D'Rivera y luego Fernando Trueba, precisamente con Calle 54 . Y después con el genial disco Lágrimas negras , con Diego el Cigala como cómplice. Les valió un Gramm.

INTERMITENTE CARRERA Valdés siempre admitió que D'Rivera y Trueba supusieron un punto de inflexión en una larguísima e intermitente carrera, que empezó con 16 años. "Yo quiero tocar hasta que me muera", suspiró en el 2008, coincidiendo con la publicación de su biografía Bebo de Cuba y de un disco con su hijo Chucho. "No quiero lloradera cuando me muera. Escuchen un disco mío, compren ron y chocolate, y bailen" fue otras de sus sabias peticiones. La música llora desde ayer lágrimas negras por esta leyenda.