El escritor extremeño Luis Landero, Premio Nacional de la Crítica y de Narrativa, considera que la literatura ha perdido el «aura de arte sagrado» que tenía en el pasado y, como señala en una entrevista con la agencia Efe, «quizá» no se lee con la pasión y la entrega de antaño.

A pesar de que a veces tiene esa «visión pesimista», Luis Landero (Alburquerque, Badajoz, 1948), que participó el martes en la presentación de las jornadas Experimenta Extremadura, en el Instituto Cervantes de Lisboa, reconoce que a menudo visita institutos y se cruza con jóvenes que quieren leer.

«Quizá me esté equivocando y ojalá me esté equivocando. A veces me encuentro a jóvenes que leen y probablemente lo hacen con la misma ilusión y entrega con la que lo hacíamos las generaciones de antes», admite el autor de El guitarrista.

Y eso a pesar de que el clima social actual invita poco a la lectura, con escuelas que suprimen cada vez más las humanidades y los hábitos entre los jóvenes, a quienes !con internet, whatsapp y la televisión no solamente les falta tiempo para leer, les falta el poso de lentitud y concentración necesario para sentarse a leer un libro y perderse en ese mundo», dijo, para añadir que ahora hay «entretenimientos más baratos y más fáciles» que no invitan a la lectura, dice el escritor, que aun así defiende que España está viviendo un buen momento literario a nivel de autores.

«Se escriben novelas, unas buenas, otras regulares y otras no tan buenas», dice entre risas Landero, que con su primer trabajo, Juegos de la edad tardía (1989), recibió el Premio de la Crítica de narrativa castellana y el Premio Nacional de Narrativa.

pérdida del estatus / Pese a este buen momento, cree que el escritor ha perdido el estatus con el que contaba hace décadas atrás y que, en su papel de intelectual, ha sido sustituido por los comunicadores y los tertulianos.

«En los años 80 y 90, el escritor era alguien respetado, a quien se le pedía opinión, tenía un estatus. Siempre que había un problema nos llamaban y eso ya pasó», afirmó Landero, que no obstante está contento con que no les llamen «para hablar de cosas de las que los escritores a veces no tenemos ni idea».

El autor de El balcón de invierno, su libro autobiográfico, habla de que existe una «literatura de la periferia”, que a su juicio carece de valor literario y se basa en el «valor mediático» de la persona que firma el libro.

«Antes la literatura no daba tanto dinero y ahora sí, sobre todo por parte de gente que se hace famosa en la televisión y escribe un libro, que a veces ni lo escribe la persona que lo firma», aseguró el novelista, que añadió que siempre seguirá escribiendo porque es lo que «da sentido» a su vida.

En tierras lusas, Luis Landero recordó su niñez en Albuquerque, en la frontera con Portugal, que por aquel entonces era un «hervidero de gente», de acordeonistas portugueses que amenizaban las fiestas, de vendedores de sardinas en bicicleta, de contrabandistas y de los guardias civiles que les perseguían.

Por ello, entiende que el haber conocido a esa gente «nómada, ambulante» ha tenido que influir en su obra, especialmente por la época en la que lo vivió, cuando era niño. «La niñez es el pozo de donde el escritor saca normalmente muchos de los calderitos de agua», reflexionó Landero, que reconoce que hay poco conocimiento entre los autores de ambos lados de la Raya, como llaman a la frontera hispanolusa.

próxima obra en febrero / Landero, que este año fue nominado al Premio de la Crítica por su último trabajo, La vida negociable, tiene previsto lanzar su próxima novela en febrero, Lluvia fina, que cuenta la historia de una familia que intenta reunirse después de muchos años y se reencuentra con los agravios y fantasmas del pasado.