Del origen del dragón tatuado en la espalda de Lisbeth Salander a la experimentación genética con gemelos, pasando por la represión contra las mujeres del fundamentalismo islámico: con El hombre que perseguía su sombra (Destino), el sueco David Lagercrantz (1962) se ha sacudido «la presión y el pánico» que lo atenazaron al recibir el encargo de continuar la saga Millennium, la trilogía negra superventas (89 millones de lectores) del fallecido Stieg Larsson. Tras Lo que no te mata te hace más fuerte (seis millones de ejemplares, con versión cinematográfica en marcha), presentó en Madrid el quinto libro, consciente de que no hay que sucumbir a «la soberbia» porque, dice la cita, «es lo que precede a la caída».

-Pone sobre la mesa las amenazas de islamistas contra un blog laico de Bangladés que defiende la libertad de expresión y los derechos humanos. ¿Es el caso real del blog Mukto Mona [mente libre]?

-Sí. Yo formo parte de la junta directiva del PEN sueco y conozco a varios colaboradores del blog. Uno vio cómo su amigo fue asesinado con un machete. Solo por escribir sobre algo secular les ponen en una lista negra, una lista de muerte. Los yihadistas asesinan a gente cada día y el Gobierno no hace nada. En esa lista también está una pareja que conozco porque se enamoraron: él es un intelectual ateo y ella, musulmana.

-Como Faria Kazi, víctima de los crímenes de honor a quien Lisbeth defiende en la cárcel. Esta vez, los hombres que odian a las mujeres son islamistas.

-Sí. Yo denuncio la represión en todas sus formas y Lisbeth es una feminista que lucha contra de todo tipo de violencia contra las mujeres.

-¿Y la alza en protagonista, eclipsando a Mikael Blomkvist?

-No sé si Larsson fue consciente de que el personaje que realmente fascina es Lisbeth. Aporta algo nuevo al género y es un modelo para chicas jóvenes. No tiene ninguna necesidad de tener a un hombre a su lado ni de aparentar ser quien no es.

-Nos cuenta el origen de su tatuaje.

-De niño veía la estatua de san Jorge y el dragón de la catedral de san Nicolás, en Estocolmo. San Jorge era el bueno y el dragón el malvado. Pero volví y entendí lo fácil que sería darle la vuelta y ver al dragón, postrado y atravesado por una lanza, como la víctima y a san Jorge, como el opresor. Y pensé en que lo que hizo que Lisbeth sobreviviera a su infancia en el psiquiátrico era que se imaginaba como el dragón, que un día se levantaría y se vengaría.

-Larsson ya denunciaba el racismo. Usted recuerda cómo ha crecido hoy en Europa y EEUU.

-Hace 15 años ya había islamofobia y extrema derecha, pero aún eran grupos reducidos. Larsson vio venir el problema, se adelantó, veía hacia dónde nos encaminábamos. Hoy, el odio y la intolerancia son omnipresentes. Nacieron como reacción al 11-S. Además del problema del islamismo está el de la islamofobia. Para combatirla introduje personajes musulmanes buenos.

-Subyacen la desinformación originada por hackers rusos y las noticias falsas. Y como antídoto, el periodismo de investigación de la revista ‘Millennium’.

-Me preocupan las mentiras, las noticias falsas, los hackers rusos que nos han dado un presidente estadounidense de un narcisismo siniestro y maligno que probablemente sufre una enfermedad mental... Nos filtran las noticias y nos preocupa cada vez menos si son verdad o mentira, por eso hoy es más importante que nunca el periodismo de investigación, para crear una sociedad mejor. El problema está en los lectores, a los que les digo: «¡Empiecen a pagar ya por el buen periodismo!»

-Porque ahí está Trump...

-Una de las cosas buenas que las mentiras y ataques de Trump ha provocado sin querer es un periodismo mejor en EEUU: el Washington Post, el New Yorker, el New York Times...

-La novela habla de genética. ¿Se ha preguntado por los genes de Trump?

-No quiero ni imaginármelos. Lo peor es que él ni siquiera intentó ocultar cómo era antes de que le votaran. Era el no va más de la vulgaridad, la mentira y la psicopatía y aun así la gente le votó. Eso es lo que realmente da miedo.

-Plantea algo inquietante: un día alguien hace desaparecer nuestros ahorros, que solo son números en la pantalla de un ordenador.

-Sería un caos tremendo. ¡Dios nos ayude si esos hackers asumen el poder!

-¿Qué nos hace como somos, la genética o el entorno? ¿O ese entorno singular del que habla?

-Las investigaciones sobre gemelos han concluido que ambas cosas nos influyen por igual. Pero en los 60 hubo experimentos en EEUU y se creía que lo determinante era el entorno. Pero yo creo que hay un momento determinante en nuestras vidas en que un libro, una canción, algo que se cruza en nuestro camino hace que te inclines por ejemplo por escribir en lugar de por ser piloto de fórmula 1.