A los 71 años, muy lejos de pensar en retirarse de la profesión, Steven Spielberg sigue desafiándose a sí mismo y, de paso, entreteniendo y emocionando al público, al tiempo que llenando de dólares las taquillas de los cines. Si a principios del siglo XX ya nos habló de un futuro opresivo en Minority report, ahora nos vuelve a adelantar cómo será nuestro mundo en Ready player one. Basada en el best-seller homónimo de Ernest Cline, la película nos transporta a un cercano futuro distópico en el que la gente se evade en un entorno de realidad virtual denominado Oasis, creado por un excéntrico millonario que, antes de su muerte, ofrece su fortuna como premio al ganador de una frenética búsqueda del tesoro por los lugares más inhóspitos de su mundo virtual.

Con unas explosivas secuencias de acción e incontables referencias a la cultura pop de los 80 y 90, la película no podía haber caído en mejores manos. Pero ¿pensaba lo mismo Spielberg cuando decidió hacerla? «Estoy metido en un proyecto que me entusiasma, pero veremos si tengo la energía suficiente como para llevarlo a cabo o si tendré que abandonarlo», nos confesó en diciembre del 2015.

-Han pasado dos años largos desde que nos habló de este proyecto y el resultado llega ahora a la gran pantalla. Veo que no le flaquearon las fuerzas.

-Bueno, hubo un momento en que pensé en pedir ayuda, pero al final, con unas horas de sueño, un par de tazas de té y el ánimo de mi mujer, tiré para adelante (ríe). Reconozco que ha sido uno de los retos más difíciles de mi carrera.

-¿En qué sentido?

-A nivel tecnológico, hacer Ready player one ha sido muy complicado, tanto como preparar un pastel de 16 pisos. Toda la tecnología que hemos utilizado para hacer la película había que mezclarla y unirla de tal manera que el espectador no la percibiera cuando estuviera viendo la proyección en la sala de cine.

-Hace poco estrenó Los archivos del Pentágono. Ahora, Ready player one. ¿Cómo consigue meterse en varios proyectos a la vez?

-Es mi cabeza, que no para de funcionar y de buscar nuevas cosas que hacer. Cuando me llega algo interesante, no me puedo resistir. Me ha ocurrido siempre. Cuando estaba a punto de empezar el rodaje de Mi amigo el gigante, no tenía ninguna intención de hacer una película de espías, pero cuando me contaron la historia de James B. Donovan y Gary Powers, me atrajo tanto que retrasé la grabación de Mi amigo el gigante para hacer El puente de los espías. Luego, nada más acabar de rodar Mi amigo el gigante, me encontré de bruces con la novela de Ernest Cline, Ready player one, que me emocionó tanto que pensé que no podía esperar para hacerla. A los pocos meses ya estaba rodando la película, pero... entre medias se me cruzó Los archivos del Pentágono (ríe).

-¿Y qué le atrajo tanto de Ready player one?

-Veo que hoy en día la gente busca cada vez más escapar del mundo que le rodea y solo encuentra cierta satisfacción en la realidad virtual. Y eso es precisamente de lo que trata esta película. Es una aventura fascinante que se lleva a cabo en dos lugares de forma simultánea, una competición entre el mundo real y el mundo digital. Es una parábola actualizada de muchas historias que han invitado al público a abandonar el mundo conocido y adentrarse en otro imaginario. Quizá sea el universo más emocionante del que he tenido el honor de formar parte como cineasta.

-Usted fue uno de los primeros en hacer películas sobre robots y herramientas como Siri antes de que estos formaran parte de la consciencia colectiva. ¿Imaginó que esto iba a llegar a ocurrir?

-Sí, creo que toda la ciencia ficción no deja de ser un cúmulo de historias con moraleja que al final se cumplen. Puede que no ocurran tan rápido como los cineastas o los escritores de ciencia ficción predicen, pero terminan por suceder. Ahí tiene, por ejemplo, la principal obra de George Orwell, 1984, que se cumplió incluso antes de esa fecha.

-¿Cómo ve el mundo de hoy, señor Spielberg?

-Lo veo como un mundo donde las reglas solo existen por conveniencia de algunas ideologías. Yo nací después del Holocausto, pero en mis 71 años de vida no había visto un nivel de barbarie como el que existe ahora mismo. Como cualquier padre y cualquier ser humano consciente del mundo que le rodea, estoy viendo cosas a las que jamás podré acostumbrarme.

-Tanto en Los papeles del Pentágono como en Ready player one trata temas que han cambiado o pueden cambiar el mundo como lo hemos concebido.

-Siento un gran respeto por la historia del mundo y es precisamente en ella donde he encontrado mucha de las historias de mis películas. Empezando por La lista Schindler, que habla de la importancia de no olvidar el pasado para que este no se repita, y siguiendo por Los archivos del Pentágono, cuya historia llegó a mis manos tras la elección del actual presidente de EEUU, Donald Trump, un momento en el que me di cuenta de que nuestra independencia estaba siendo alterada por una consciente marginalización de la prensa por parte de la nueva Administración norteamericana, que tacha de «noticias falsas» todo lo que no esté en su línea de pensamiento. La verdad vuelve a estar en peligro, como lo estuvo en la era de Richard Nixon. La prensa es una herramienta muy importante, imprescindible, y sobre todo para un hombre como yo, que no usa las redes sociales, para comunicar su opinión con algo más de 175 caracteres.

-¿Qué consejos da a sus hijos con respecto a las redes sociales?

-La mayoría de mis hijos ya no viven con nosotros, son mayores y cada uno tiene su vida, pero cuando nos reunimos todos en casa hay una regla: hay que dejar fuera nuestros aparatos móviles o cualquier otra distracción que pueda interrumpir nuestra conversación. Las redes sociales han creado una excusa para perder el contacto visual entre seres humanos. Los nuevos medios no requieren del cara a cara para comunicarse. Creo firmemente en el valor de mirar a los ojos de una persona y tener una conversación. Me asusta eso. Hoy en día existe menos contacto social.

-¿A qué se refiere?

-A que pronto los seres humanos tendremos todos escoliosis de cervicales. Nuestra postura habitual es con la cabeza doblada hacia abajo, parece que estamos siempre rezando. Llámeme carca, pero desde luego no soy un fan de las redes sociales y eso lo saben todos los que me conocen. Nunca he entrado en Twitter o Facebook. Animo a mis hijos a que busquen las fuentes de información fuera de Siri y que vivan el mundo real y no el de un reality show.