Es la primera vez que vine a Extremadura y encontré algo muy importante: la relación gente/naturaleza, que tal como la vi aquí creí que estaba perdida". Así se expresa László Krasznahorkai, escritor húngaro residente en Berlín, considerado uno de los más relevantes de su generación en Europa.

Es autor de una extensa novelística, algunas de cuyas obras edita en España Acantilado. Su presencia ayer en Badajoz --hoy estará en Madrid-- se debe a la presentación de El último lobo , editado por la Fundación Ortega Muñoz (Fom).

Esta obra es el resultado de un viaje por Extremadura, invitado por la Fom. "No es documentación de un viaje. Es ficción", aclaró en un inciso para volver a la impresión que recibió al viajar por la región. "En Extremadura pasa algo. Después del viaje no he sido el mismo hombre. No sé la razón; quizás por la dehesa, quizás por la muerte del lobo" o por los amigos que encontró, "o quizás por todo".

Su referencia al lobo se debe a que fue el hilo conductor de su viaje, de la mano de Antonio Gutiérrez, guarda forestal que le guió por la sierra de San Pedro siguiendo "el rastro del último lobo", idea que da título al libro.

Su primer viaje por la región fue "como un laberinto" para él. Era "un ciego que tenía que elegir en una gran oscuridad entre tres o cuatro caminos, y poco a poco se fue haciendo más fuerte la búsqueda del último lobo".

Inmerso en una distancia entre lo real y la ficción, László Krasznahorkai, aclaró que quería escapar de la realidad "lo máximo posible".

JUVENTUD Su relación con la obra de Ortega Muñoz se produjo durante su primer viaje a la región y de ella, el escritor concluyó que es "una experiencia distinta conocer Extremadura y sus artistas desde el exterior. Fue extraño, porque tengo un amigo pintor, Bukta, en Hungría, cuyo arte es muy parecido".

Lo que desconocía es la presencia de Ortega en su país, donde en un viaje de juventud hizo una exposición en la ciudad húngara de Sopron.

Clemente Lapiedra, cofundador de la Fom y sobrino del pintor, agradeció al escritor su "sensibilidad al aceptar la invitación de la fundación y sus palabras de que Extremadura ha cambiado algo él". No en balde, la Fom desarrolla una labor para hacer "Extremadura más conocida y querida desde el mundo del arte, desde la modernidad, como la generosidad de quienes vienen, como László, a conocernos".