El cineasta libanés Omar Naim debutó con The final cut (La memoria de los muertos ), un inquietante filme de ciencia-ficción que ayer se proyectó en la sección Fantástico del Festival de Cine de Sitges, que, bebe directamente de uno de sus directores preferidos Terry Gilliam. Naim dijo que "siempre me había gustado hacer películas y ya desde los 13 años lo tenía claro, pero en Líbano era difícil".

El joven realizador, hijo de un periodista y de una actriz, creció en Jordania y Chipre y "siempre había soñado con ir a Estados Unidos, porque en Líbano no hay las condiciones suficientes para poder hacer cine".

El golpe de suerte llegó cuando el festival de guiones francés Equinocce premió su guión y le brindó la oportunidad de trabajar en Hollywood.

The final cut evoca un mundo de ciencia-ficción, en el que se implanta unos chips en el cerebro de los bebés que almacenan las imágenes de toda una vida. Robin Williams interpreta a un hombre solitario, que trabaja como montador para Zoe Tech, la empresa de los implantes cerebrales, y realiza filmes de recuerdo para funerales, en los que se eliminan detalles escabrosos de la vida del difunto.