¿Qué está dispuesto a hacer un paparazi para conseguir la foto más buscada?, ¿seguir al personaje objeto de deseo por medio mundo?, ¿imitar su voz para conseguir datos de vuelos y alojamientos?, ¿hacerse pasar por otra persona? Las argucias ideadas por estos reporteros gráficos que buscan al famoso al natural, sin estudiadas poses, pueden llegar incluso a rozar la ilegalidad ya que, tal y como afirma José Manuel Suspérregui, autor del libro Famosos pillados (Espejo de Tinta), estos profesionales "viven al filo de la navaja". Sin embargo, y aunque el público pueda pensar lo contrario, para él un paparazi es un "ético profesional de la fotografía".

Eso es, precisamente, lo que se cuenta en esta recopilación en la que nueve de los fotógrafos más implacables --Carlos Montenegro, Antonio Montero, Pepe Bosch, Mark Wallace, José Manuel Mata, Alfredo Garófano, Fernando Sacristán, Javier de Montini y Carlos Moraleda-- describen cómo lograron las imágenes de los personajes famosos que, alguna vez, llenaron las páginas de la prensa del corazón. Porque cuando la fotografía encaja justo con lo que han estado buscando y por ello reciben tanto el reconocimiento profesional como una buena compensación económica, la mayoría coincide en que las esperas y las dificultades vividas merecen la pena.

Y, si no que se lo pregunten a Carlos Montenegro, que pudo seguir al ya fallecido Ramón Mendoza en la vuelta al mundo que dio con Nati Abascal y obtener fotos de la pareja que, aunque finalmente no salieron en la prensa, se vieron recompensadas por un reportaje posado acompañado de una entrevista a Mendoza en su finca de Córdoba.

O a Fernando Sacristán, que logró una de las tres únicas imágenes que existen de Isabel Preysler en bañador (como la que ilustra la portada del libro), aunque para ello tuvo que viajar hasta Santo Domingo --donde ella veraneaba con Miguel Boyer y sus hijas-- y pasar cinco días en un coche, tapado y eludiendo al servicio de escolta.

EL BESO DE MARICHALAR También Alfredo Garófano, después de perseguir a la infanta Elena y Jaime de Marichalar cuando estuvieron viviendo en París, acabó consiguiendo la foto del beso que Marichalar le dio en la mano a su ya esposa. Una imagen que, pese a parecer poco valiosa, para el fotógrafo fue un auténtico logro porque era la mayor expresión de cariño que ambos se habían dedicado en público.

De hecho, la familia real española ha sido siempre objeto de deseo por parte de los paparazi ya que, según explica Suspérregui, "es la mejor escuela para un fotógrafo". Porque quien sigue a sus miembros, en especial a Felipe, y ahora también a Letizia, sabe que trata con las altas esferas y que no todo vale.

Además, la recompensa no es siempre la esperada. Pero para Suspérregui, mientras haya interés de la población por conocer cómo son realmente los personajes famosos, un buen paparazi peleará por mimetizarse con su entorno y conseguir la imagen imposible que, según dicen, hasta hace poco era la de la princesa Letizia en biquini.