Cuando está a punto de cumplirse el 75 aniversario de la muerte de Federico García Lorca, la polémica en torno a su muerte sigue. Miguel Caballero Pérez revela en su libro Las trece últimas horas en la vida de García Lorca , los rostros de los seis ejecutores y dice la zona donde le enterraron.

Además, el investigador fija la fecha exacta de su muerte, el día 17 de agosto, la misma noche de la detención, no el 18 como se pensaba.

El autor pone en el libro rostro a los ejecutores de la muerte del poeta y nombre: el cabo Mariano Ajenjo Moreno, el pistolero Antonio Benavides, Salvador Varo Leyva, Juan Jiménez Cascales, Fernando Correa Carrasco y Antonio Hernández Martín, y, además, da el tipo de armas que emplearon.

Todo estos datos se suman a la tesis fundamental que el autor defiende en el libro: que a Lorca lo mataron por rencillas familiares, por ajustes de cuentas entre las familias más importantes de la Vega de Granada.

El padre del poeta granadino estaba enfrentado a las familias Roldán y Alba por lucha de poder, de tierras compradas a medias y por diferentes tendencias políticas. El padre de Lorca era republicano y los Roldán y Alba del partido conservador.

A esta tensión entre las familias de caciques, el historiador añade la venganza literaria de Lorca contra las familias Roldán y Alba, y es la publicación de La casa de Bernarda Alba , un drama sobre la figura de Alba Sierra que molestó a las otras familias, en palabras de Caballero Pérez, la que avivó aún más la venganza contra la familia Lorca.

El investigador asegura que los Roldán "fueron los autores intelectuales" de la ejecución en el Peñón Colorado, una finca particular.