La empresa se perfilaba a priori desmesuradamente ambiciosa: escribir el equivalente a Guerra y paz del siglo XX. Y aun así, a pesar de la envergadura del proyecto, Vasili Aksiónov (Kazán, Tatarstán, 1932 - Moscú, 2009), salió airoso del trance.

Si León Tolstói diseccionó la Rusia del siglo XIX a través de cinco familias aristocráticas, con el telón de fondo de las campañas napoleónicas, Aksiónov hizo lo propio con lo más descarnado del experimento soviético; es decir, la horquilla temporal que abarca desde la muerte de Lenin (1924) a la de Stalin (1953). Y realizó la funesta radiografía mediante un solo clan: los Grádov, típicos especímenes de la intelligentsia rusa.

El patriarca, Borís, un reputado cirujano; su esposa, Mary, gran amante de la música terapéutica de Chopin; y sus tres hijos: Nikita, oficial del Ejército rojo; Kiril, un remilgado teórico del marxismo; y Nina, una poeta bohemia. La calidez que envuelve la dacha familiar durará poco.

El lector asiste a la descomposición catastrófica de la saga Grádov al tiempo que recorre las cloacas del comunismo soviético. La rebelión de los marinos en Kronstadt y la posterior masacre. La colectivización forzosa de las tierras. La existencia convertida en sospecha y delación. Los ominosos años 30, cuando la trituradora de las purgas estalinistas funcionaba a pleno rendimiento. Las deportaciones a los campos de trabajo en la Siberia del hielo perpetuo. Y como colofón del espanto, la segunda guerra mundial; a menudo se olvida que la URSS detuvo el avance de los nazis con barricadas de carne.

Por las páginas de Una saga moscovita desfilan, codo a codo con personajes ficticios, próceres de la época: Stalin, el verdugo Lavrenti Beria y el mariscal Zhúkov, artífice de la victoria militar sobre la Wehrmacht. Esta cohabitación responde a la idea tolstoiana de que la historia no la escriben tanto los prohombres, como una suma infinita de arbitrariedades humanas guiadas por la providencia. Y en este punto Aksiónov se atreve incluso a subrayar las contradicciones del maestro: puede suceder que algunos individuos se separen del movimiento de la masa y "envíen a millones de personas a la muerte y a miles de millones a la esclavitud".