Con A todo lo no amado , la poeta extremeña Pureza Canelo cierra su trilogía poética de "la negación desde la afirmación", que comenzó con No escribir (1999) y continuó con Dulce nadie (2008). El libro de cierre ganó el pasado año el premio Ciudad de Torrevieja por su capacidad para "desnudar" su arte de "adjetivos innecesarios" y por la "profundidad filosófica de sus textos" frente a las grandes cuestiones.

La poetisa se ha entregado a "la idea, la verdad y la belleza", señaló esta semana en la presentación de la obra. La "idea" entendida como confirmación de la existencia, la "verdad" nacida del conocimiento de la vida y la "belleza", el fin del poeta, perseguida en cada verso, en la búsqueda de un lenguaje propio.

"Escribo desde el conocimiento de la vida, no desde la literatura y la astuta fabulación. Hablo desde el poso de los años a través del recuerdo. Desde el interior: pensamiento, reflexión; al exterior: ramas, viña, río. Pero todo lo envuelve esta pregunta: ´¿Qué es esto?´ Es como llegar al absoluto en la esfera espacio-tiempo", dijo Canelo, según informa Europa Press.

"Desde mis primeros libros balbucientes, el lenguaje poético ha sido siempre mi obsesión. Lo que se dice puede ser accesorio, porque todo está ya escrito. Pero si hay que buscar lo hago desde otra voz. Me interesa la poesía poética y no la literaria, que se diluye en prosaísmo, descripción, alas cortadas. La otra es ir haciendo y deshaciendo".

"El poeta suele callarse. Se calló Blas de Otero, se calló Pepe Hierro... Hay que cargar las pilas, hay que ir a la escritura vocacionalmente, no hay que hacer caso a los nombres literarios. Yo iba escribiendo cuando realmente me llamaba la poesía, y esto se ha ido manteniendo a través del tiempo", declaró.

En uno de los poemas de A todo lo no amado habla de su madre con estos versos: "Tú no perteneces / a este libro, madre. / Conoces su nombre / y de un golpe/ tiras bolillos al suelo/ sabes el tango/ que susurro/ la camelia/ que hace de paraguas/ cocina/ cercada por tus hijos/ duermes frente al limonero/ la escalera que sube/ a mi escritura de verano/ la conoces tanto/ en una carta al internado/ me decías magistralmente/ que habías enterrado al perro/ junto a la palmera".