Proust dejó dicho que la literatura traza en la lengua una especie de lengua extranjera, una tensión en el interior del lenguaje que se impone con la fuerza indomable del delirio. Se trata de atacar la lengua, obligarla a bascular hacia el límite de sí misma, como si de un sueño se tratara. Esa parece ser la condición principal de la obra de Nélida Piñón. Albricias para la república de las letras porque este galardón reconoce a una voz cálida que presta sin descanso su cuerpo de mujer a la literatura. Entre sus obras destacan los cuentos ´El tiempo de las frutas´ y la ´Sala de armas´ y las novelas ´Fundador´, ´Tebas de mi corazón´, ´La fuerza del destino´, ´La dulce canción de Cayetana´ o ´El calor de las cosas´.

Pero es ´La república de los sueños´, su obra mayor, lectura obligada para quien quiera reconocerse en el vórtice de su propio destino. Continuadora de la experiencia literaria de Clarice Lispector y empeñada en narrar el silencio que habita en todos los pueblos, su literatura traza una renovación total de la prosa, gracias a estructuras sintácticas deshechas y a ciertos tonos psicológicos-existencialistas que construyen un universo de ficción ceremonial, mitológico, arcaico, cotidiano y familiar. Su literatura plasma el dominio que Piñón tiene de diversos registros narrativos y representa un diálogo permanente, inteligente y vivificante entre las más diversas tradiciones del continente iberoamericano. Hay que felicitarse y retornar a la lectura de sus textos como quien regresa de un lugar apacible, conmovedor y balsámico.