FECHA DE NACIMIENTO 1971

TRAYECTORIA VIVE EN LYON. HA DESEMPEÑADO DIVERSOS TRABAJOS. DIRIGE LA EDITORIAL ALTERNATIVA Y EL TALLER DE EDICION TERRENOIR. HA PUBLICADO, ADEMAS DE ´SIDA MENTAL´, ´CAHIER DU VIETNAM´, ´LA CAGE´ Y ´L´OBSESION DE L´IMPERFECTION´

La vida del escritor francés Lionel Tran en el extrarradio de una ciudad podría parecer común a la de otros niños, adolescentes o jóvenes. Crueles con los animales, extremos en sus pensamientos, conflictivos con sus padres, algunos de los hechos relatados en Sida mental (una autobiografía novelada o un novela autobiográfica, que publica la editorial extremeña Periférica) forman parte de una realidad común a esas edades.

Pero la experiencia de Tran va más allá. Pasó por el dolor, la violencia y sufrió para ponerlo por escrito en este libro, que alterna esos tres tiempos (niñez, adolescencia, juventud) de un modo sobrio, a veces brutal. En esta entrevista realizada en francés por correo electrónico lo cuenta.

--¿Qué proceso realizó para transformar su biografía en literatura?

--Sida mental es emblemático de mi relación con la escritura: es un libro cuya gestación fue muy larga y dolorosa. Necesité más de siete años para aceptar el lugar donde se encontraba el territorio de mi escritura. Escribir una autobiografía era para mí inconcebible. Aunque leyera a muchos autores norteamericanos que han construido su obra basándola en su vida, quería escribir ficción, algo que era incapaz de hacer en aquella época. Estaba encerrado en un callejón sin salida hasta casi volverme loco. Deseaba una sola cosa: lograr escribir, y aunque me quedara ocho horas al día delante del ordenador, no me salía. Estaba en tal estado de nervios que durante tres años vomitaba bilis hasta veinte veces al día. Una noche que estaba agotado con los ojos llenos de lágrimas, con la cabeza apoyada en la tapa del váter, me dije: ya está, no eres capaz, déjalo ya todo. Y justo a continuación, me dije: o cuéntalo, cuenta este estado en el que vives, podrá ser patético, pero al menos no será un camelo. La primera página autobiográfica que escribí fue un martirio terrible: con la mano izquierda sostenía mi mano derecha que sostenía el bolígrafo para forzarme a proseguir. Escondí esta página durante semanas, sentía vergüenza, ya que para mí, esta página materializaba mi fracaso como escritor. Cuando acepté que debía trabajar sólo basándome en lo que había vivido, abandoné la idea de ser escritor. También dejé en aquel momento de buscar la materia prima de mi escritura. Sabía, desde hacía tiempo, donde se encontraba esa materia.

--¿No le asaltó el pudor, el dolor al relatar la parte menos amable de su vida?

--Sí hay dolor y es lo que me parece interesante. Si no tomo riesgos, no hay proyecto de libro para mí, no hay deseo de escritura. Después de la toma de conciencia que cito más arriba, me puse a escribir dos o tres horas por día los pensamientos que me daban más vergüenza, los que me daban más miedo (cosas como: "no soy pacifista, soy cobarde"). Me puse a escribir día tras día igual que se hacen flexiones para liberar la tensión. Estos primeros textos finalizados han dado lugar a Le livre des mensonges véridiques que resultó ser el best-seller de mi taller de edición Terrenoire. Una violencia psíquica extrema hizo nacer ese libro, un libro hecho para partir, para causar dolor: los lectores lo utilizan como un arma para arreglar cuentas, para sacar a la gente de quicio. Regularmente vienen a verme para decirme: leí el libro entero a un amigo por teléfono y le enfureció tanto que colgó diciendo que ya nunca más me hablaría. En estos momentos me doy cuenta de que con mi escritura logro hacer de mi sufrimiento y mi violencia interna algo que existe de manera casi autónoma fuera de mí. Da bastante miedo.

--"Empiezo a tener miedo de mí", dice en el libro. ¿En algún momento su miedo estuvo a punto de estallar?

--Durante tiempo, imaginé que mataba a todas las personas que cruzaban por la calle, por las tiendas. Durante tiempo, cada vez que un adolescente disparaba en un liceo, tenía la sensación de entender perfectamente el mecanismo interior que lo empujaba a hacer eso. Me di cuenta temprano de que estaba muy cerca de la locura. Como a muchos adolescentes, me fascinaba el espectáculo de la violencia, esa fascinación era embriaguez. Empecé a tener realmente miedo el día en que empecé a contar a mis mejores amigos cosas que había vivido y cosas que había hecho. Verbalizarlas, decirlas, me ayudó a darme cuenta de lo serio de esas cosas.

--¿Qué huella ha dejado en usted la violencia que ha sufrido? ¿Cómo salió de ese infierno?

--Para mí la cuestión es cómo canalizar ese estado, al servicio de qué disponerlo. Supe muy temprano que un estado ideal para mí es un estado de guerra, un lugar donde me sentiría naturalmente en mi sitio. Hace poco tiempo me enteré de que mi abuelo vietnamita, era uno de los dirigentes de la guerrilla vietcong en el delta del Mekong. Me consideré durante mucho tiempo como un superviviente. Me he dado cuenta de que, de hecho, soy un guerrero. No soy una víctima. Necesito luchar constantemente, lo que hago día a día en mi labor editorial que es socialmente revulsiva. Mis libros son libros de lucha, son armas.

--En su libro, el entorno también le arrastra a usted. ¿En otro contexto habría dado similares respuestas? ¿Usted es también consecuencia de su tiempo, de su lugar?--Sida mental no fue escrito como un libro. Al principo escribí los fragmentos más largos como piezas autónomas, luego hubo varias capas de montaje y reescrituras. El libro encontró su título y su rostro, con las fechas, las referencias culturales e históricas en aquel momento. Hay una intención clara de vincular la historia íntima con la historia social colectiva. No hubiera publicado mis recuerdos sin tomar distancia. Hay una intención claramente política por mi parte. No doy respuestas, procuro que mis libros planteen cuestiones.

Sida mental

Traducción del francés por Inti Mendoza y Julia Cultien.