La madrileña calle de Alcalá se vio ayer inundada con una espectacular lluvia de palabras como ´abrazo´, ´beso´, ´sonrisa´, ´fiesta´, ´chévere´ y ´añoranza´, con la que el Instituto Cervantes quiso celebrar el Día del Español, ese idioma que hablan en el mundo 450 millones de personas. "Son palabras para vivir, palabras para amar, para construir la amistad, para trabajar por un mundo mejor y más habitable", decía la directora del Cervantes, Carmen Caffarel, ante el numeroso público que se había concentrado frente a la sede central del Instituto, para asistir a los diferentes actos programados en Madrid, muy similares a los que están teniendo lugar en los más de sesenta centros del Cervantes repartidos por el mundo.

Ayer era "la fiesta de la palabra", pero Caffarel comenzó su intervención pidiendo un minuto de silencio "por la paz y la convivencia y contra el terrorismo", en homenaje a Eduardo Antonio Puelles García, el inspector de policía asesinado en Vizcaya. Después de ese atentado de ETA, Caffarel subrayó tres palabras que cobran una especial significación tras un hecho tan "dramático": "paz", "solidaridad" y "libertad". Acompañada por la ministra de Cultura, Angeles González Sinde, por Diego López Garrido, secretario de Estado para la Unión Europea, y por Rosa Conde, directora de la Fundación Carolina, Caffarel comenzó su pregón con unos versos en los que Neruda "canta al poder de las palabras, al poder de la poesía escrita en español, al valor de la lengua de 450 millones de hombres y mujeres en 21 países".