Lo primero que le dije a Rocío Márquez (Huelva, 1985) al comienzo de nuestra entrevista, es que si volvía al mercadillo de la calle Feria de Sevilla, me llevara con ella. Desde el siglo XIII, cada jueves, lozas, discos, muebles, antigüedades y todo tipo de objetos de segunda mano conviven con el gentío de los transeúntes, que rescatan de ese festival de la memoria, un poquito de la propia. Eso es lo que ha hecho Rocío Márquez para deleite de aficionados al cante y a la música en general, con su quinto disco ‘Visto en el jueves’. Otra joya musical de la onubense donde rescata cantes, empodera poemas, reivindica letras imprescindibles, y rebautiza todo ese historial de sentimientos entre los que también encontramos copla, y el mítico ‘Andaluces de Jaén’ en en el que se deja acompañar de Kiko Veneno. Escoltada por la guitarra de Cano, la percusión de Agustín Diassera y el arrojo, de esa férrea confianza en la propia intuición que parece envolver todo lo que hace Rocío Márquez, nace esta nueva aventura. Cada jueves, en Sevilla, pueden probar a buscar esencias del pasado. Los aficionados, desde ayer que salió a la venta este trabajo, tenemos la oportunidad de sentir esa íntima satisfacción de encontrar, eso, que aún no se sabe, que se anda buscando.

--Tener la capacidad de pararse, en este caso, frente a un mercadillo de segunda mano, ¿no le parece casi un acto de heroicidad frente a la vorágine en la que vivimos hoy en día?

--(Se ríe) Bueno, esa quizás fue la idea de reclamar estos espacios: reivindicar la memoria histórica, la necesidad de la memoria colectiva en estos momentos. Obviamente el capitalismo impera y nos arrolla a todos, pero al menos, que seamos conscientes y frenemos un poquito el ritmo. Que seamos capaces de ver que la vida útil de los objetos puede ser más larga, y que podemos casi reinventarla. Me gustaba mucho partir de esa idea que además es real, vivía muy cerca de este ‘jueves’. Partiendo de la propia idea de la existencia de este mercadillo, que éste fuera el punto de partida para reivindicar todas estas cosas de las que estamos hablando.

--Cante, copla, poesía.., ¿tantas cosas guarda el mercadillo de su memoria?

--Claro, y la guardo yo y la guardamos todos. Lo bonito de todo este trabajo es verlo como memoria colectiva, que es lo que nos une. Si canto, por ejemplo, ‘Se nos rompió el amor’ eso va a llegar a unos espacios particulares de cada uno, el amor, el desamor…, esa memoria va a poder unirnos a todos, y es uno de los objetivos de este trabajo.

--¿Es cariño, capacidad, o generosidad lo que se necesita para reinterpretar estos cantes, sin hacerles perder su brillo inicial?

--Creo que las tres cosas, y por encima de todo, libertad. Permitirse hacerlo sin prejuicios, sin querer llegar a esa jerarquía de ver si es la mejor adaptación o no, simplemente pasarlo por el filtro de uno mismo. Cada filtro es único, y lo que puede dar es diferente a lo que había antes, ni mejor ni peor, diferente.

--Usted asegura ‘que la manera de cantar es el resultado del tiempo que nos toca vivir’. Reivindicar letras de Moreno Galván, cantes del Turronero, del Carbonerillo… letras y cantes de libertad.., ¿es lo que toca ahora?, ¿es una manera de mostrar cierto pesimismo ante la actualidad política que vivimos?

--Totalmente. Estos cantes de libertad, quizás hace diez años no habrían tenido tanto sentido volver a hacerlos. En este momento es necesario. Cuestiones en Andalucía, por ejemplo, que se están tambaleando, derechos que ya habíamos alcanzado y que creíamos que ya estaban seguros, de repente tiemblan, como el tema de género. Todo lo que está pasando en Andalucía con Vox me parece aterrador, y claro que nos da pie a que volvamos a tener muy presente, ciertos aspectos y temas.

--¿Se aprender a mirar, a buscar, a encontrar, como a escuchar?

--Por supuesto, del mismo modo, al igual que tomarse el tiempo necesario. A veces se nos van de las manos ciertas situaciones por el ritmo frenético que llevamos, y de repente, cuando nos calmamos un poquito y conectamos un poco más con nosotros mismos, respetando nuestros propios biorritmos, todo fluye de una forma mucho más natural y es todo mucho más fácil.

--Esa calma de la que habla, quizás haya sido la que le haya hecho escribir la serrana ‘Un vida en imagen’, ¿Cuánto tiene de autobiográfica?

--Fíjese que curioso, que la mayoría de las canciones y cantes que tengo en el disco, respetan las letras tal como las escuché pero en algunos casos, me ha llevado a otras porque no estaba de acuerdo con lo que transmitían, por ejemplo. Este cante, justamente, me encanta que me lo nombre porque es el caso más extremo ya que prácticamente yo, he acabado inventándome esa letra. Es totalmente autobiográfica y está conectada con lo que siento en este momento. Nos venden el éxito tan bien, que es tan difícil no caer…, lo que nos venden como éxito no tiene nada que ver con la felicidad.

--Escribe esta letra, y por primera vez lleva la producción musical, ¿cómo ha vivido la experiencia?

--Sí, sí ¡es la primera vez que me animo! Lo he disfrutado muchísimo, también es verdad que la decisión más importante y que ha marcado el proyecto ha sido elegir a estos músicos, porque prácticamente se han encargado de sus propios arreglos, así que en ese sentido yo he estado más centrada en el cante. Pero fíjese, que curioso, ¡cómo nos cuesta tanto a las mujeres salir de los roles preestablecidos! que seas cantaora vale, pero que seas también productora…, pues a lo mejor es poco habitual…¡Y yo también me lo he acabado creyendo! Me acuerdo un día en que llegamos al estudio de grabación y me pregunta Jesús Bola, pero bueno, ¿esto quien lo produce? Y yo, que siempre he tenido un discurso tan horizontal le decía: bueno yo…, no, entre todos… ¡Por no decir que lo iba a producir yo! Entonces llegó un momento en el que me dijo: Pero habrá algunos puntos en el que alguien tendrá que decidir, ¿Quién va a decidir? Entonces dije: Yo. Y ahí me di cuenta de que me iba a hacer la producción. Hasta ese momento no me di cuenta, fíjese que fuerte…

--Es que las mujeres estamos acostumbradas a hablar en plural…

--Sí, desgraciadamente…, sería estupendo que todos, incluidos los hombres, habláramos en plural, me encantaría, porque me parece que es bonito, pero si lo que significa es todavía, diferencias de género, pues entonces ya no me gusta tanto.

--Hablando de esos músicos que la acompañan, se disfruta en el disco de esa sinergia con la guitarra de Cano con el que coincidió en el espectáculo ‘Naranja amarga’, ¿qué es lo más dulce que halló en sus seis cuerdas?

--Cano tiene una cabeza que es para enmarcarla. Tiene una libertad, una personalidad, una manera de acompañar, escuchar y dialogar el cante.., pero, a la vez, haciendo propuestas permanentemente que motiva mucho…, me pasa igual con Agustín Diassera que es el que se ha encargado de la percusión; y también a nivel general; el lujo de Manuel León que ha ilustrado a partir de las fotografías de Celia Macías volviendo a esa idea de rehacer, de reinterpretar. Lo mismo que pasa a nivel musical, también pasa a nivel de imagen, tipografía de Ricardo Barquín que es totalmente artesanal. Él las imprime y luego las digitaliza, pero parte siempre de algo artesano. También los textos de Pedro Jiménez que lo redondea…

--Este es el equipo de la acción-concierto ‘La costilla de Rocío’…

--Sí, sí, ahí fue cuando empecé a trabajar con ellos…, yo disfruto muchísimo cada vez que lo hacemos. Tienen una personalidad arrolladora que me transmiten mucho…

--Bueno, cuénteme cómo fue ese descubrimiento para su disco del poeta Antonio Orihuela, que, por cierto, ha ejercido muchos año como profesor en Mérida…

--Le conocí a través del Niño de Elche, y a partir de ahí ya estuvimos en contacto. Empecé a leer cosas suyas, me encantó… ¡pero hace años! El Romance que grabo en el disco es mi adaptación, a este cante, de dos poemas suyos. Tanto los textos como la música en ‘Visto en el jueves’ están bastante reinterpretados. Lo he pasado todo por mi filtro.