La National Gallery inauguró ayer una exposición en torno al arte religioso español con especial atención a la escultura policromada, que cultivaron artistas como Martínez Montañés, Alonso Cano, Gregorio Fernández o Pedro de Mena.

Desdeñada o mirada "con sospecha" en los países de mayoría protestante por tratarse de obras destinadas a la veneración, esa escultura no ha tenido en el mundo anglosajón, como explica el director de la galería, Nicholas Penny, el reconocimiento que merece su extraordinaria calidad artística.

Eso es lo que se ha propuesto remediar la pinacoteca londinense con esta exposición, patrocinada por el Ministerio español de Cultura y que muestra cómo en la España de la Contrarreforma, dominicos, cartujos, franciscanos o jesuitas, importantes mecenas de la época, animaron a pintores y escultores a "infundir vida en los temas sacros".

EFECTOS DRAMATICOS La exposición explora la estrecha relación entre tallas policromadas y pinturas mediante una elocuente yuxtaposición de auténticas obras maestras de ambos géneros. Su comisario, Xavier Bray, señala en el catálogo que la acompaña que si en Italia Caravaggio desarrolló un modelo de pintura de efectos muy dramáticos en la que gente del pueblo posaba para representar episodios de la Biblia, en España se dio otro tipo de realismo pictórico, influido por la escultura policromada.

Un pintor como el extremeño Francisco Zurbarán tuvo sin duda acceso directo a la obra de Caravaggio, pero lo que más debió de influir en él, como en otros artistas de la época, fue la visión de esas tallas policromadas de tamaño natural en las capillas de las iglesias y en los pasos de Semana Santa.

Los escultores del siglo XVII español aspiraron a un nivel extraordinario de realismo. Para conseguirlo en sus figuras, no dudaron, por ejemplo, en utilizar el vidrio para ojos y lágrimas, marfil para los dientes y corcho tenido de rojo con el que simular la sangre coagulada de Cristo.

Es importante saber además que el arte de la policromía formaba parte del aprendizaje de los pintores de la época y que hasta cierto momento, por imposición gremial, los escultores tenían prohibido pintar sus propias esculturas sino que debía dejar la tarea a un pintor. De Zurbarán está documentado que trabajó en la policromía, y su conocimiento de la escultura se refleja en la extraordinaria ilusión de realidad de obras como su Cristo en la Cruz , del Art Institute de Chicago, San Lucas contemplando la crucifixión , del Museo del Prado. O en el tratamiento de las telas en su San Serapio .