Confiesa Luc Besson que no tiene "ni idea de ordenadores", pero el director de El gran azul decidió sumergirse en el mundo animado y volver a sorprender con la que puede ser su película de despedida, Arthur y los Minimoys , un cuento de elfos en el que combina cine real y 3-D. Hoy, en París, se celebra el estreno de esta superproducción, basada en los relatos infantiles escritos por el cineasta (Ediciones B), que llegará a España el 15 de diciembre.

El realizador francés desveló las razones de su adiós en el complejo tecnológico que posee en Normandía, la Digital Factory. Allí, entre vastos y silenciosos prados, rodó las escenas reales con Freddie Highmore (el niño de Un buen año ) y Mia Farrow, su encantadora abuela de ficción. De las criaturas pixeladas --los Minimoys, concebidos por el dibujante Patrice Garcia-- se encargó Pierre Buffin, un mago de los efectos especiales (Matrix).

SORPRENDER AL PUBLICO "Siempre intento sorprender al público, ofrecer cosas nuevas y frescas. Pueden gustar unas películas más que otras pero nunca podrán decir que me repito", sostiene el cineasta, y un repaso a su dispar currículo (El gran azul , El profesional , El quinto elemento ...) confirma sus palabras. Exigente y controlador, el realizador de Nikita es de armas tomar y cuando se le disparan las neuronas no hay quien le pare. Con Arthur y los Minimoys , la mayor superproducción de la animación europea y candidata al Oscar, Besson lega una sonada incursión en el software. Si el público responde, habrá dos secuelas. "Debemos ser humildes: la gente decidirá. Si les gusta, completaré la trilogía porque yo escribí los libros".

El mayor reto del filme, con un presupuesto de 65 millones de euros, era el tránsito entre el mundo real y el animado. "Es algo nunca visto en cine. A veces no sabes si las plantas son reales o no. Quería que los niños, después de verla, vayan a buscar Minimoys al jardín",declara el director que, neófito en virguerías informáticas, rodó en vídeo todas las secuencias de los Minimoys con actores reales para que Buffin y 200 animadores supieran exactamente lo que quería.

Narra las peripecias de Arthur (Highmore), un niño que para evitar el desahucio de su abuela decide ir a buscar un tesoro a la tierra de los Minimoys, unas minúsculas criaturas que habitan bajo su jardín. Allí se enfrentará al malévolo Maltazard (monigote al que en inglés da voz David Bowie) con la ayuda de la princesa Selenia (Madonna).

Para las interpretaciones de la filmación real, Besson no dudó en hacer abuela a Mia Farrow --"los años pasan para todos y ella era la actriz ideal porque le encantan los niños y desprende mucha dulzura"--. A Highmore lo descubrió zampándose a todo un Johnny Depp en Charlie y la fábrica de chocolate . "Es increíble. Mantiene la inocencia infantil pero es todo un profesional".

Besson, guionista de Bandidas , pensó en Penélope Cruz para el doblaje en español de Selenia, pero la distribuidora le recomendó otras voces."Ellos conocen más el territorio propio. Uno puede ser muy famoso pero no encajar en un papel", admite. Al final ha sido Elsa Pataki la elegida para un personaje "muy sensual y fuerte" que recuerda a la bella Milla Jojovich (exmujer de Besson) de El quinto elemento .

CERCANO A LA GENTE A sus 48 años, después de tres décadas dando vueltas con la cámara, ha decidido alejarse de ella para acercarse a la gente. "Estoy cansado. Es muy duro reiventarme con cada proyecto. Me voy haciendo mayor y no me queda energía. Además, ser director es muy egoísta. Es mi película, mis actores, mi idea... He sido un privilegiado y ahora quiero ayudar a los demás".

El director de Juana de Arco cuelga la claqueta para erigirse en adalid del ecologismo y de los desfavorecidos de los suburbios de París. Ha creado una fundación para ayudar a los que "por llamarse Mohamed o Samir" no tienen oportunidades. "No pretendo ser la madre Teresa, pero intento que tengan un futuro con un taxi, comercios...".

Su discurso medioambiental es contundente: "La gente habla de que en el próximo siglo el planeta se irá al carajo, como algo lejano. Pero ya ni siquiera sirven los criterios de Kioto porque todo ha empeorado. Hay que actuar rápido, cambiar los hábitos ya". Un mensaje que ha trasladado a su filme: "Los Minimoys están integrados en la naturaleza, reciclan todo y son felices. No debemos ver la ecología como algo aburrido. Si no se quiere ir en bicicleta, que se vaya en coche automático", razona el realizador y guionista, que pasó su adolescencia zambulléndose en los océanos junto a sus padres, instructores de submarinismo. Un accidente le apartó de aquel mundo y acabó, a los 17 años, en el de Hollywood. "Estoy orgulloso de mis 10 películas, pero ya no tengo necesidad de expresarme más. Quiero parar y pensar en los otros", asegura con rotundidad el ceneasta.