El 2 de septiembre de 1930 el mago, astrólogo e icono del satanismo Aleister Crowley, también conocido como La Gran Bestia 666, llegó a Lisboa en el vapor Alcántara . Llevaba capa negra y sombrero de copa. En el muelle, envuelto en la niebla, le esperaba el poeta portugués Fernando Pessoa. 21 días después, el ocultista inglés desaparecía en la Boca do inferno, un acantilado frente al mar cercano a Sintra del que se decía que era una puerta astral. Dejaba tras de sí una pitillera y una nota de supuesto suicidio: "No puedo vivir sin ti. La otra boca del infierno va a engullirme, aunque no será tan cálida como la tuya".

A partir de estos sugerentes y misterioros hechos reales, que movilizaron a la prensa y a la policía, la hispanista y escritora Montserrat Rico Góngora (Barcelona, 1964) ha construido Pasajeros de la niebla (Ediciones B), una novela donde las abundantes referencias históricas se entremezclan con la ficción. Un método que ya le funcionó hace dos años en La abadía profanada , en la que la visita del jefe de las SS Heinrich Himmler al monasterio de Montserrat, en 1940, le sirvió para mostrar la obsesión nazi por el Santo Grial.

"Si eres capaz de detectar los personajes ficticios y los sacas de la novela, lo que queda es historia", explica la autora, que se siente cómoda entre hechos pasados. "El que me inspiró Pasajeros de la niebla -cuenta- lo descubrí por casualidad cuando visité Portugal en el 2005. En la Boca do inferno un cartel decía que allí ocurrió el fingido suicidio de Crowley, quien reapareció tiempo después en Alemania, y fue en Sintra donde fue a jugar una enigmática partida de ajedrez, aunque nunca se supo con quién" . A pesar de las distintas biografías de Crowley y Pessoa, que la autora ha estudiado, su relación sigue aún hoy rodeada de incógnitas. "Ambos eran esotéricos. La afición astrológica y alquímica del escritor era inofensiva; Crowley en cambio era un mago negro. Pessoa, que traducía obras esotéricas, descubrió un error en el horóscopo que Crowley editaba y le avisó en una carta", explica Rico Góngora. Mantuvieron contacto epistolar hasta que el satanista fue a Lisboa a conocer al poeta en 1930.

Aprovechando el famoso encuentro, la escritora inventa una historia sobre una maldición que se remonta a 100 años antes y cuyos escenarios se extienden de Portugal a la Inglaterra y la España del XIX: "Un personaje, un vendedor de Biblias inglés, desembarca en el Cádiz de la Constitución de 1812, cuyo ambiente liberal se diluye a medida que llega a Sevilla y sobre todo a la hermética Granada, que acaba de ajusticiar a Mariana Pineda".

Junto a los personajes de ficción aparecen Charles Darwin; George Everest; Blanco White, poeta y sacerdote sevillano que abrazó el protestantismo; o el periodista Augusto Ferreira, amigo de Pessoa que halló la pitillera y la nota de Crowley.

Huir del Grial

Tras La abadía profanada , Rico Góngora decidió huir de la tentación del Santo Grial. Ahora, con una obra que contiene magia, oscurantismo y masonería rechaza "la etiqueta de esoterismo" y asegura que igual que no abordó episodios más escabrosos de Crowley, como el canibalismo, tampoco piensa explotar su figura en el futuro. Una figura sobre la que recientemente se han publicado en España dos biografías -La Gran Bestia , de su editor y albacea John Symonds, y la más periodística La vida de la Bestia , de Martin Booth, que vienen a conjurar la cita de Baudelaire con la que arranca Pasajeros de la niebla : "La mayor habilidad del diablo consiste en persuadirnos de que no existe".