El cine español vivió ayer por la noche su gran fiesta anual, la de la entrega de los premios Goya, en una gala presentada -de nuevo- por Andreu Buenafuente y Sílvia Abril, y que tuvo lugar por primera vez en Málaga. La producción extremeña Buñuel en el laberinto de las tortugas optaba a mejor película de animación, dirección novel, banda sonora y guion adaptado. Al cierre de esta edición se habían entregado los galardones de mejor música original, y mejor guion adaptado, sin que ninguno de los dos hubiera ido a parar para la cinta basada en el cómic del cacereño Fermín Solís. Además, la productora Making Doc, que ya logró el Goya al mejor cortometraje documental en 2015 por Walls, estaba nominada al mejor cortometraje documental por Nuestra vida como niños refugiados en Europa, de Silvia Venegas (Santa Marta, 1982), categoría que tampoco se había entregado aún.

El premio de mejor guion original, que fue a manos de Pedro Almodóvar. Al recogerlo, el director manchego recordó al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que será el «coautor del guion» de los ciudadanos españoles en los próximos cuatro años y espera que le «vaya muy bien».

«Me han dicho que ha venido el presidente del Gobierno. ¿Es eso cierto? ¿Está? En los próximos cuatro años va a ser el coautor del guion de nosotros, los ciudadanos españoles, y espero que le vaya muy bien, porque si a él le va muy bien, nos irá bien a todos los demás», indicó al subir a recoger el premio.

Almodóvar dedicó el premio expresamente a su hermano Agustín Almodóvar y a Lola García, quien le pasa los guiones a limpio. Además, recordó el germen de ‘Dolor y gloria’, en el momento en que esta convaleciente por una operación de espalda.

«Me sumergía en la piscina y era el momento más feliz del día, toda la tensión desaparecía. Después de repetir esto durante casi un mes, en ese verano tomaba nota de las sensaciones que me producía, lo que me llevaron a otras: la corriente de la infancia, que adoro muchísimo. Ahí estaba mi madre, lavando, cantando y hablando de sus cosas y era para mí una fiesta», apuntó.

Alberto Iglesias batió ayer su propio récord (y el nacional) de Premios Goya acumulados al sumar el número once por la espectacular composición de Dolor y gloria. «Qué emoción más grande, no sé qué decir», señaló emocionado el compositor donostiarra, conocido por su timidez, al recoger su undécimo premio.

«El cine de Pedro Almodóvar me ha hecho más libre (...), ha contado cosas que son muy difíciles de contar, he tratado con la música de llegar al corazón de la película, ser verdadera», agregó antes de dedicar el premio a sus hermanos.

Iglesias (San Sebastián, 1955) es el más célebre compositor español de bandas sonoras de películas y, con once galardones desde 1994, el que más premios ha logrado sumar (también es el más nominado, con 17, seguido de Antonio de la Torre con 14).

Creador de cuidado estilo intimista, Iglesias ha colaborado con Almodóvar en prácticamente todas sus producciones; cinco de sus Goyas lo son por películas del manchego.

A sus 84 años, la gallega Benedicta Sánchez consiguió el Goya a la mejor actriz revelación por su papel en la película Lo que arde de Oliver Laxe y emocionó al público con una sencillez e inocencia desbordantes.

En el patio de butacas Sánchez recibió la noticia con cara casi de resignación, pero ya en el escenario abrazó el Goya antes de proclamar: «La vida te da sorpresas y esta es una muy grande en mi larga existencia». Sánchez agradeció el premio a sus padres, a su hija que la llevó al cásting para la película, y a Oliver Laxe y su equipo: «No creo que haya princesa a la que hayan tratado como a mi». Finalmente dedicó el Goya a Galicia y dijo que también se siente muy «perita», una expresión malagueña.

Sánchez explicó en declaraciones Efe tras recoger el premio que no se lo esperaba «para nada» y añadió sobre qué supone ganar el Goya: «Es como si un misil me mandara a la luna».

ALFOMBRA ROJA / El blanco y el negro y la combinación entre ambos ganó la partida en la alfombra roja de los Goya, donde ellas apostaron por generosas aberturas laterales en faldas de líneas rectas, aunque no faltaron tejidos vaporosos y grandes volúmenes, y ellos han arriesgado más en blanco, azul y rojo. Penélope Cruz se salió de esa tónica general en blanco y negro y apostó por un diseño de Ralph&Russo con mucha pedrería, en tonos lila.

La modelo Nieves Álvarez consiguió alzarse con uno de los podiums de la elegancia con un diseño de Alberta Ferretti en verde esmeralda, como los espléndidos pendientes del museo Bulgari, que pertenecieron a Gina Lollobrigida. Al más puro estilo Audrey Hepburn, Belén Cuesta, nominada a mejor actriz por La trinchera infinita, consiguió con una presencia y un estilo delicado que Pertegaz regresase a la alfombra roja con un vestido, con escote palabra de honor, en crudo y negro, confeccionado en tafeta de seda y una gran lazada en la cintura.

Marta Nieto, nominada al Goya a mejor actriz por Madre, también apostó por el diseño español esta noche en la que ha confiado en la costura de Jorge Acuña, que confeccionó para ella un vestido en terciopelo en blanco y negro con escote asimétrico, muy favorecedor.

La conductora de la gala, Silvia Abril, posó de blanco con un vestido diseñado por Lorenzo Caprile, con un voluminoso y favorecedor escote, un diseño que después ha cambiado por pantalón de esmoquin negro combinado con cuerpo asimétrico en tejido jacquard de lúrex y maxi volumen en un hombro de Pedro del Hierro.

De blanco también ha asistido a la gala Paz Vega, María Esteve y Anna Castillo, que ha lucido una de las mayores aberturas en su falda. Un color con el que también se han atrevido los caballeros como Fran Perea.

Belén Rueda volvió a confiar en un diseño del granadino Benjamin Friman, en seda natural en tono verde aguamarina, inspirado en el Hollywood de los 50 con una gran cola.