Después de que Alvin y las ardillas (2007) recaudara más de 350 millones de dólares en todo el mundo, aparentemente a este trío de roedores histéricos no le restaba nada que probar, a juzgar por qué poco de lo aportado en esta continuación se percibe fresco o inventivo. Esencialmente, es una colección de escenas que funcionan como lobotomizado remedo de la saga High School Musical y desdeñan todo desarrollo de personajes o de conflictos emocionales en favor de un ejercicio de lógica aberrada: ¿qué podría ser más divertido que tres ardillas con voz de pito, de esa capaz de atravesarte el tímpano y taladrar tu cerebro? Seis ardillas con voz de pito. Para duplicar el cachondeo, se ha contado con los servicios de las Chipettes, una especie de versión ratonil de las Destiny´s Child --definitivamente, hay algo enfermo en la visión de una ardilla semidesnuda moviendo el trasero como si imitara a Beyoncé--. Si usted se ha preguntado alguna vez cómo sonaría el hit Single Ladies (Put a Ring on It) interpretado a 78 revoluciones por minuto, esta es su oportunidad de verlo. Perversiones aparte, el argumento funciona como mero vehículo de un sencillo mensaje sobre la importancia de ser leal a tus amigos y fiel a tus valores.