Lo mejor y lo peor de la mitad del siglo XX, el terror impuesto por el fascismo y la esperanza de la cooperación internacional, fue retratado en la guerra civil española por las cámaras de tres personas sin las que no se entiende la historia de la fotografía: Robert Capa, Gerda Taro y David Seymour, Chim. Hace unas semanas, después de más de un año de minucioso y delicado trabajo con el material original recuperado en la ya famosa maleta mexicana, el International Center of Photography de Nueva York (ICP) ha completado el proceso de escaneado de las 4.300 imágenes de Capa, Taro y Chim (y de dos rollos del fotógrafo Fred Stein con retratos inéditos de Capa y Taro en 1935, incluidos también en las tres cajas llegadas desde México). Y empiezan a vislumbrase las auténticas dimensiones del tesoro.

"De cada rollo se usaron al menos cinco fotos para revistas, agencias- Pero entre la mitad y las dos terceras de las imágenes probablemente nunca antes se han visto reproducidas", contaba el viernes Cynthia Young, comisaria del ICP, que proyectó parte del material inédito en un seminario organizado en el Centro Juan Carlos I de la Universidad de Nueva York por las Brigadas Internacionales Lincoln. "Acabar el escaneado -añadió- no representa ni mucho menos el estudio definitivo, pero lo que hemos visto es una indicación de lo que revelarán".

Aunque esa revelación definitiva no llegará hasta que el ICP edite un libro e inaugure la exposición sobre la maleta mexicana, planteada para otoño del 2010, sí se puede hablar ya de algunas de las mayores revelaciones. Una es el imponente refuerzo que los negativos suponen en la valoración de la figura de Chim. Otra, la consolidación de Taro como figura independiente de Capa, su compañero sentimental. Y, dentro del capítulo de uno de los principales padres del fotoperiodismo, miradas nuevas a su trabajo. Eso sí, definitivamente no hay ningún negativo que aclare el misterio de la foto del miliciano muerto en Córdoba.

BRAM, ARGELERS, BARCARES 14 de los rollos de Capa recogen, por ejemplo, sus retratos de la batalla de Teruel, previamente conocidos a través de reproducciones pero ahora contextualizados en una narrativa completa. Otro cuatro rollos incluyen una de sus historias menos conocidas: la cobertura de la llegada del navío estadounidense Erica Reed a Barcelona en noviembre de 1938 para distribuir ropa y alimentos. Y otros 10, tomados en marzo de 1939 en Francia, abren 352 ventanas a un triste capítulo: la instalación de medio millón de republicanos en campos de refugiados, o más bien de concentración, en el sur de Francia (Argelers, Barcarès y Bram), donde Capa encontró "la pesadilla definitiva de la desolación".

Young mostró el viernes numerosas de estas imágenes (el ICP solo permite reproducir un puñado de ellas). Comenzó con las de Argelers, donde la observación completa de los negativos permite entender cómo funcionaba la mente del fotógrafo. Cuando Capa visitó ese campamento la mayoría de los niños habían sido trasladados ya desde allí. Sin embargo, una secuencia permite observar cómo, mientras retrataba a un grupo de hombres, se percató de la presencia de una mujer y un niño. En las siguientes fotos centró en ellos su objetivo, buscando el momento humano en que la mujer da de beber al crío. Allí también tomó instantáneas de refugiados hablando a través de las alambradas con ciudadanos franceses.

En Barcarès las fotografías parecen preguntarse cómo se veían forzados a vivir los refugiados. Capa retrata el frío, las hogueras, las estructuras improbables que hacían de vivienda, el mercado negro- Y sigue buscando el lado más humano, capturando sonrisas entre la desolación y toques de humor, como el de dos vascos que, en su caseta, colocaron un cartel que decía Gran Hotel 95. Si la construcción de barracones puede llegar a transmitir una imagen apacible, desaparece en cuanto Capa vuelve su objetivo hacia los soldados instalando vallas o hacia los temidos guardias senegaleses.

Lo que sucedió con esas fotos de los campamentos tiene también su propia historia. La revista Life no las publicó. En cambio, empezaron a aparecer, a menudo perdiendo la firma, en numerosos panfletos y publicaciones que abogaban por la recaudación de fondos y ayudas para los refugiados.