Sobrina de Concha Velasco, Manuela Velasco (Madrid, 1975) ha heredado de ella una energía propia de Obélix y su pasión desbordada por la interpretación, en general, y el teatro, en particular. La actriz, recordada por su papel de reportera en el filme de terror REC y de Cristina Otegui en Velvet, ha aterrizado en Amar es para siempre, algo que le hace muy feliz porque supone un año de trabajo tras el parón causado por la pandemia y porque su madre, fan de la serie de A-3, no cabe en sí del orgullo al ver a su hija moverse por la mítica plaza de los Frutos.

¿Cómo ha sido la vuelta a una serie diaria 18 años después de Géminis, venganza de amor?

No lo recordaba tan duro. Hay una sensación de supervivencia. Entré en shock con el volumen de texto por estudiar. Aunque le he encontrado el gusto a saltar sin red. Pero aún se me está colocando el cerebro. Y el cuerpo. Porque madrugo mucho.

¿Y sigue haciendo teatro?

Sí. Estoy superagradecida a Diagonal. Es que tengo este compromiso con el teatro, que lo pasa mal,y no me quiero ir. No me puedo ir. Asumieron mis fechas, y estoy de gira con Ricardo III, lo que supone un esfuerzo, porque faltar un día en una serie diaria es un problema para la dirección. Han sido muy generosos.

Y, encima, deben seguir el protocolo de seguridad.

El control es absolutamente necesario. Porque si alguien se pone malo, hay que parar. O sacar a la persona de la serie, hacerle aún más pruebas a todo el mundo... No te puedes relajar. Solo nos quitamos la mascarilla en el momento en que rodamos. Y no nos podemos tocar.

¿Cómo recibió la propuesta?

Me sentí muy afortunada. En este momento, poder trabajar durante un año! Además, mi madre es fan desde la primera temporada. Podemos estar dos meses sin vernos y cuando quedamos para comer, el momento de la serie es sagrado. Además, vive en Segovia, y no nos podemos ver mucho. Solo pensar que me iba a ver todos los días en su serie El primer día, ya me metieron en la plaza de los Frutos! , y pregunté: ¿Me puedo hacer una foto?. Pero había que grabar. Itziar Miranda (Manolita), con la que hice una película hace años, es mi ángel de la guarda. Porque a mí me daba miedo. No sabía si sería capaz.

Maica, su personaje, se encuentra con un antiguo amor.

Un amor, no: el amor. Y Unax te mira y te habla de esa manera... (ríe)

Pero él (Gorka), ahora es cura.

Hay mucha tensión sexual. En el pasado, Maica tuvo un encuentro con él, no pudo decirle que estaba embarazada, perdió el hijo y, como huida, acabó casándose con un diplomático. Pero ella solo estuvo enamorada de Gorka. Ahora han muerto sus padres, se separa de su marido cuando no se podía hacer, no tiene dinero y se encuentra con el único amor de su vida. Cuando lo ve, se deshace por dentro. Pero es cura. Es un amor imposible. Mira si es retorcida la cosa...Yo no sé lo que van a hacer con nosotros, pero no hay quien lo soporte. Y con ese cura que me mira de esa manera... (ríe).

¿Ya habían trabajado juntos?

No. Coincidimos en el Festival de de Málaga, donde éramos jurado. Pero nada más. Bueno, no sé si él se acuerda, pero cuando yo presentaba el programa Cuatrosfera (Cuatro), le entrevisté, los dos en la cama de un hotel, y debía hacerle bailar un aurresku. Con lo tímido que era, más aún que ahora! Lo debe de haber borrado de su mente.

Su madre estará feliz: aquí no hace de mala como en Velvet.

Se puso contentísima. Me djo: Por favor, di que sí. Pero pide a los guionistas que hagas de buena. Porque lo pasó mal con Velvet. Yo no tenía Instagram y me abrió una cuenta Miguel Ángel Silvestre. Mi madre, que es mi fan número uno, también lo hizo. Y cuando vio que amenazaban de muerte a su hija... Estaba deseando que hiciera de buena. Maica lo es.

Era un bombón Cristina Otegui...

Fue un regalo. El arco del personaje que viví fue tremendo. Empezó como una buena chica y enamorada, pero la vida le da tantos palos que se hace mala. Cuando apareció con la cara quemada y el parche en el ojo, pasó a ser una villana de cómic. Y como ese lado, el de mala, no lo tengo desarrollado, ahí pude serlo.

¿REC supuso un antes y un después en el terror y en su carrera?

Eso dice la gente que sabe. Como el director Rodrigo Cortés. Es una cinta grabada encontrada, como en El proyecto de la bruja del Blair, pero los directores fueron muy listos, porque tenía la estética de formatos nuevos en España como España directo y Callejeros. Además, como yo llevaba siete años en la tele, a la gente les sonaba. REC me cambió la vida totalmente. Pude dejar de presentar y vivir por fin de mi trabajo de actriz.

Es sobrina e hija de actores. Pero se decantó por las Bellas Artes.

Para mí el mundo del arte era maravilloso. Y he ido a dar clases para actores al lugar donde estudié, para que lo utilicen como inspiración. Si vas a hacer un Lope de Vega, un Shakespeare, un Sófocles..., como no tienes documentales, debes acudir al arte para ver cómo se comportaban, cómo se vestían, cómo se movían.... El arte es alimento para el alma. Y yo estaba muy feliz. Pero cuando dije que estudiaría interpretación, mi madre me soltó: Ya era hora!.

Dice que a sus 44 años aún tiene papeles. Pero mire a su tía Concha. Con 80 acaba de dejar Cine de barrio, pero sigue con el teatro.

Tiene la misma energía que Obelix. Hace 30 años, hizo Carmen, Carmen, una obra musical que duraba 2 horas y 50 minutos. Eran cuatro historias de amor. En cada una había un actor, que hacía una cuarta parte, y mi tía estaba todo el tiempo sobre el escenario. Y había doble función. Mi tía se hacía casi tres horas, comía un sándwich, y hacía otras tantas. Y nunca estaba cansada. Yo nunca la he visto decir que no podía más. Pura pasión. Y yo de pequeña veía la función dos veces. No me aburría. También soy realmente vocacional.