El director británico Asif Kapadia se dio a conocer internacionalmente gracias a Senna (2010), su magnífico relato de no ficción sobre el genio y la tragedia del piloto brasileño Ayrton Senna. Posteriormente convirtió a la cantante Amy Winehouse en protagonista de Amy (2015), que le proporcionó el Oscar al mejor documental. Con su nueva película culmina su trilogía sobre ídolos caídos: Diego Maradona retrata al astro argentino poniendo el foco en los siete años que pasó jugando en el Nápoles.

<b>--¿Cómo compararía Diego Maradona con sus dos retratos documentales previos?</b>

--Su figura posee varios elementos que la hacen similar a la de Senna; ambos son deportistas, y ambos han alcanzado el estatus de héroes latinoamericanos. Asimismo, como en el caso de Amy, buena parte de la tragedia ha tenido que ver con sus adicciones. La principal diferencia es que Maradona es el único de los tres que está vivo, y además de eso es una persona muy difícil. Cuando lidias con un protagonista de esas características, incluso cuando crees que ya tienes el enfoque perfecto y las conclusiones necesarias para tu película, él puede hacer algo que lo eche todo por tierra. Me encantó correr ese riesgo.

--Como Senna y Amy, la nueva película se compone exclusivamente de imágenes de archivo. Oímos a los entrevistados pero en ningún momento los vemos. ¿Por qué?

--Como espectador, cuando veo un documental tengo la sensación de que, en cuanto veo a un entrevistado hablando frente a la cámara, inmediatamente tomo consciencia de que detrás de ella hay alguien que mueve los hilos. Muchos de quienes han visto Senna o Amy no tienen ni idea de quién soy yo, y me parece bien. No quiero que ni yo ni mis opiniones formemos parte de mis películas.

--¿Diría, asimismo, que ese método le permite acercarse más a la objetividad, o a la verdad?

--Existe la idea errónea de que los documentales son ventanas a la realidad, cuando lo cierto es que están tan construidos como las películas de superhéroes. Mis películas, por ejemplo, se basan en la mitificación. Además hay que tener en cuenta que, según me confesó uno de sus allegados, el Pibe es el mejor mentiroso del mundo. Cuando lo entrevisté, negó cosas que están documentadas con el único fin de alimentar su propia leyenda. Se le da de maravilla racionalizar sus fracasos y dotarlos de un contexto. No creo que él sienta que ha cometido un solo error en su vida.

--¿Cómo fueron sus conversaciones con él?

--Cuando le pregunté por asuntos como sus infidelidades o las drogas, se puso tan tenso que pensé que iba a darme un puñetazo. En cambio, me dijo: «Hay que tener agallas para mirarme a la cara y hacerme esas preguntas. Y te respeto por eso». Recuerdo que, durante una de las entrevistas, yo estaba sentado en el suelo, justo a su lado. Mientras él hablaba, no podía dejar de fijarme en sus piernas. Me parecían increíbles, como troncos de árbol. Sentí la necesidad de tocarlas, así que llegado el momento, mientras le preguntaba por las lesiones, le agarré el tobillo. No le gustó nada.

--Habrá quien diga que su película no explora lo suficiente los aspectos más turbios de la vida de Maradona. ¿Entiende esa crítica?

--Pasé dos años de mi vida explorando a Diego, cada día, y supongo que es inevitable que desarrollara un sentimiento de afecto y empatía hacia él. Sé que en buena medida él es el responsable tanto de su ascenso como de su caída, pero las circunstancias de su llegada a Nápoles en ese momento particular y la presión a la que fue sometido serían difíciles de soportar por cualquier ser humano, y eso no se puede pasar por alto. De todos modos, creo que el documental aborda sus decisiones equivocadas y sus flaquezas como ser humano.