«Cuando me vaya, me gustaría irme en mi avión. Deprisa», había dicho una vez Amelia Earhart, la mujer piloto más famosa de la historia y la primera mujer en cruzar el Atlántico en solitario en avión, en el año 1932. Y así se fue, cinco años después desapareció mientras sobrevolaba el océano Pacífico. Pero antes, para que tuviera oportunidad de alcanzar la fama tuvo un decisivo papel el editor de prensa, autor y aventurero G. P. Putnam, que acabó siendo su marido, aunque ella, independiente y contraria desde siempre al matrimonio (una «atractiva jaula», según lo calificaba), antes le hizo firmar que sería una «relación abierta», que no interferirían mutuamente en su trabajo y que si no eran felices la dejaría marchar, cuenta la escritora Daphne Beal. Putnam, que representaba a un rico patrocinador, vio en Earhart la persona ideal para ser la primera mujer en cruzar el Atlántico y usó sus dotes de publicista para lanzar con éxito su carrera y, a través de ella, «promocionar la causa de las mujeres trabajadoras», reconoce la autora.