El escritor y editor extremeño presenta mañana sábado en Mérida 'Sed', su último libro de relatos, que plasman distintas formas del odio

La vida como odio. Los nuevos relatos de Marino González (Almaraz, 1963) plasman personajes consumidos por este sentimiento o que son víctimas de él. Trece tajos que se abren en el tiempo histórico o reflejan instantáneas de la vida de la ciudad actual. El autor, editor de De La Luna Libros, presenta mañana en el bar El Bujío de Mérida Sed (21.00), aunque en realidad más que presentar, representa este libro en un espectáculo en el que leerá algunos de sus relatos, mientras el saxofonista Claudio Gutiérrez interpreta música y el actor Francisco Quirós asumirá la personalidad de algunos de esos odiadores.

--Vuelve al cuento después de Diarios miedos.

--Yo solo he escrito cuentos. No tengo otras tentaciones por escribir algo más largo.

--Y este libro es un muestrario de experimentaciones y géneros.

--Sí, hay relatos del realismo mágico, historicistas, con forma teatral, con un aliento poético... Rescato la figura de Quevedo al final de su vida y su odio en forma de envidia. O recreo la vida del propietario de la Biblioteca de Barcarrota, el médico que huye de su pueblo natal, Llerena, a Olivenza, entonces en manos de Portugal... Y en todos los relatos la plasmación de esos odios está hecha sin dogmatismos ni moralinas.

--¿De La Luna Libros vive aún más en la incertidumbre?

--Este año ha sido terrible porque no ha habido ayudas públicas. La política cultural se paralizó por las elecciones y como se ha tardado tanto en nombrar nuevos responsables, con el verano de por medio, pues no sabemos qué pasará. Pero ante la crisis vamos a responder con más trabajo. Este año habremos publicado siete libros y el próximo abriremos una nueva colección de poesía extremeña, Luna de poniente, en colaboración con el Ayuntamiento de Almaraz. Editaremos 27 libros inéditos en los próximos cuatro años. Los dos primeros son de Jesús García Calderón y José Antonio Ramírez Lozano. Y además nos hemos convertido también en compañía de teatro.

--¿Va a desmontarse la red de apoyo público a la cultura?

--No lo creo, pero no lo sé. Los políticos no lo tienen claro y las cosas pueden ir a peor.

--¿Cómo afronta la invasión del mundo digital?

--No nos preocupa en la editorial, porque no es una competencia. Nos movemos en otra escala. Nuestro lector es un lector de libros de papel. Las que lo sufrirán serán las imprentas y las librerías. Las editoriales se abrirán a nuevos lectores que no leían y que son aficionados a los aparatos electrónicos. Imagino que el editor se quedará como una especie de crítico que seleccionará las obras, y si uno se fía de su criterio las comprará.

--¿Lee ya en libros electrónicos, en Ipad?

--No. Tengo muy mala relación con la tecnología. Pero lo mismo me pasaba hace diez años, cuando veía a la gente hablar por un móvil. Es algo que va a pasar y uno se acomodará.