Una noche de copas, Caye Casas y Albert Pintó plantearon un juego a sus amigos en forma de pregunta: si el mundo se acabara mañana y tuvierais que elegir solo a dos personas para sobrevivir... ¿a quién elegiríais? La discusión entre ellos fue tan arrebatada que vieron que ahí, en ese dilema a lo cuento de Richard Matheson, había una historia que contar. Tanto es así que acabó siendo el punto de partida de su ópera prima, Matar a Dios, estimulante comedia negra repleta de risas congeladas presentada ayer a concurso en Sitges, y que evoca al primer Álex de la Iglesia y a los Jeu-net & Caro de Delicatessen. «Eso nos dicen, y está guay que nos comparen a esas bestias pardas. A ver si estamos a la altura... de sus zapatos», bromean a dúo.

En Matar a Dios, cuatro miembros de una familia se disponen a celebrar la Nochevieja en un caserón en medio del bosque cuando irrumpe un vagabundo enano que asegura ser Dios. No solo eso: les anuncia que exterminará a la Humanidad cuando salga el Sol y les ofrece la oportunidad de elegir a dos únicos supervivientes. El problema es que los que deben elegir a Adán y Eva son cuatro desventurados que reflejan algunas de las peores miserias del ser humano. «La película es una crítica a saco de la especie humana», explica Casas. «Lo dice un personaje: somos basura, un cáncer para el planeta. Dios se ha dado cuenta de que esto del hombre no le ha salido bien y ofrece a la especie humana una última oportunidad. Si la cagan, todo se acabará y el planeta vivirá con sus pajarillos y sus cucarachas».

Más allá de los propósitos reflexivos, Matar a Dios es puro humor negro. «Es nuestra marca de la casa, humor irreverente, surrealista, grotesco, con mala leche, para intentar hablar de temas potentes», explica Casas. «Queremos hacer reír, pero un poco, sin pasarnos, porque también queremos que se nos tome en serio», secunda, Pintó.

Son amigos desde hace años. Matar a Dios es su primer largo, pero ambos ya firmaron como Caye & Pintó el multipremiado corto Nada S.A. (2014) y el recién terminado RIP. «Yo me encargo de la puesta en escena, de la cámara», dice Pintó (Sant Cugat, 1985), realizador de espots y profesor en la ESCAC. «Y yo me cierro a trabajar con los actores. ¡Les pego!», bromea Casas (Terrassa, 1976), ilustrador.

Una de las grandes bazas de Matar a Dios, aparte de su título provocativo, es el estupendo trabajo de Boris Ruiz, Eduardo Antuña, Itziar Castro y David Pareja como la familia y Emilio Gavira como Dios. «Esta es una peli de actores. Sin ellos no tendríamos nada», admite.