El 17 de agosto se cumplieron 50 años de la ejecución por garrote vil de los anarquistas Francisco Granado y Joaquín Delgado. Eran culpables de haber formado parte de una operación, que nunca se llevó a cabo, para matar a Franco antes de que el dictador se fuera de vacaciones aquel verano de 1963. Pero los motivos por los que fueron condenados, tras ser torturados, fueron otros: sin pruebas reales, porque no tuvieron nada que ver, se les atribuyeron sendas explosiones en Madrid, una contra la Dirección General de Seguridad y otra contra el edificio de los Sindicatos Franquistas. "Les cargaron el mochuelo. De hecho se enteraron de esas bombas cuando estaban en la piscina General Moscardó, que aún existe y se llama así", aclara el guionista Mikel Begoña, que ha vuelto a formar tándem con el dibujante Iñaket para reconstruir esta historia en el cómic El pico de los cuervos (Norma).

CARACREMADA Tras haber llevado a la viñeta episodios del paso del fotoperiodista Robert Capa por la guerra civil en Tristísima ceniza, Begoña e Iñaket vuelven a basarse en un caso real de la España del siglo XX. "La idea inicial era tratar sobre el maquis y, estudiando documentación, hallé la muerte de Caracremada y luego la de Granado y Delgado", apunta el guionista. Había una coincidencia temporal entre el final del anarquista catalán Caracremada, el 7 de agosto de 1963 por el disparo de un guardia civil en Castellnou de Bages --y al que los autores homenajean en un capítulo--, y las ejecuciones de los dos militantes miembros de Defensa Interior (DI), 10 días después. "La versión oficial fue que la detención de Granado y Delgado el 31 de julio fue por casualidad pero la documentación posterior apunta a que ya los tenían localizados y que los había traicionado un confidente infiltrado en la organización anarquista", explica Begoña, que ha acudido a los libros Los verdugos españoles, de Daniel Sueiro, Garrote vil para dos inocentes, de Carlos Fonseca, y los documentales Granado y Delgado, un crimen legal y Queridísimos verdugos.

Sin embargo, no todo es realidad en este cómic, que toma el título del verso de una canción de Mikel Laboa No deja la pupila el ojo si no es en el pico de los cuervos o los alacranes . La ficción trufa el libro mediante personajes reales --sobre todo el narrador, el mítico hombre del tiempo de TVE Mariano Medina, y cameos de El Fary como taxista, Matías Prats padre como entendido de toros-- y con licencias como los lobos --"simbolizan la resistencia antifranquista"-- o las brujas --"elemento goyesco, de la España negra, que liga con los ajusticiamientos y el hecho de que los anarquistas se citaran bajo la estatua de Goya del Prado"--.

Sin embargo, reales son los verdugos --según Begoña, "unos buscavidas que hacían ese trabajo por dinero"-- y el coronel Enrique Eymar, que instruyó el caso, famoso por tener a sus espaldas miles de condenas a muerte y por regodearse y vejar a las víctimas de sus interrogatorios.

A años luz estará el próximo trabajo de este tándem vasco del cómic: "Una aventura que recreará la vida y la época de tzi, la momia prehistórica hallada en los Alpes".