--¿Cuál es su rincón favorito de Extremadura y por qué?

--La Plaza Mayor de Cáceres al sentarme frente al Arco de la Estrella y la muralla, porque me gustan de manera especial las plazas como espacios urbanos de encuentro e intercambio de experiencias, y porque ésta es el atrio o antesala a la vieja ciudad intramuros. La plaza es el lugar que con preferencia le da continuidad desde el borde amurallado hacia la ciudad moderna.

--¿Qué plato de la gastronomía extremeña prefiere?

--La perdiz estofada, aunque reconozco que no la he vuelto a comer tan exquisita como las que preparaba la madre de mi marido, lo cual me lleva a recuerdos agradables de mi primera etapa de noviazgo, y a continuar tanto en la búsqueda de nuevos guisos de este producto, como a no perder esos buenos recuerdos.

--¿Qué no debería perderse alguien que visite Extremadura?

--Trujillo, Guadalupe, Mérida, Yuste, Plasencia, Jerez-los paisajes de las Hurdes o de la Siberia, con los parajes cercanos al García Sola.

--¿Existe algún lugar en la región que le haya marcado?

--Sí, una zona paisajística de una finca en Carmonita donde se concilian la dehesa de encinas y alcornoques, con las jaras y cantuesos, además de un pinar y una charca.

--¿Qué tipo de actividades para disfrutar del entorno y la naturaleza hace en su tiempo libre? --Andar o leer, escribir y escuchar música en el campo.

--¿A qué evento cultural de la región invitaría a un amigo?

--El Museo Vostell Malpartida, tanto el interior como el paraje de los Barruecos, y asistir a los conciertos de música contemporánea que se celebran en las noches de septiembre. El Museo de Arte Romano y el cercano teatro durante el festival de teatro. A Foro Sur. Al festival de teatro de Cáceres, a determinadas exposiciones en el MEIAC.

--¿Cuáles son los principales atractivos de Extremadura, por los que descubrirla?

--La integración de las poblaciones histórico-artísticas en el entorno natural, la tranquilidad para disfrutar del tiempo real en ellas, los eventos culturales y el campo con sus sonidos, colores, olores y sobre todo sus cielos. Mi madre, que era pintora, siempre que venía quedaba subyugada por los atardeceres primaverales cuyo festín de luz y de color parece que se extiende hasta alcanzar el infinito.