El "espacio difícil" del anfiteatro no impidió que sus gradas se llenaran de unos 600 espectadores que siguieron el estreno de Medea, la extranjera , que la compañía Atalaya presenta en el Festival de Teatro Clásico de Mérida hasta el próximo domingo.

Ricardo Iniesta, director del montaje subrayó, tras el estreno, la dificultad de este escenario "porque está muy desnudo y no tiene el arropamiento del teatro", pero se mostró satisfecho de la función. Su trabajo y el de los actores de Atalaya ahondan en el mito más representado en el festival y subrayan la visión que da de la inmigración actual.

"Los inmigrantes --explicó Iniesta-- vienen a Occidente hipnotizados por algo que parece El dorado , y cuando llegan aquí los tratamos con xenofobia y vejaciones; al final, nos estalla en la cara esta barbarie".

El espectáculo se define por la combinación de voces, en las que destacan cantos en griego, y por la expresión corporal de sus intérpretes. Ambas características sirvieron para captar la atención de los espectadores que en el estreno "respondieron muy bien, con mucho silencio y un aplauso muy largo", declaró a los medios de comunicación Ricardo Iniesta.

La propia compañía eligió actuar en el escenario "difícil" del anfiteatro ya que esta dificultad se ve recompensada por "las fuertes emociones" que sintieron los actores en un espacio en el que, aunque apenas se ve al público, se percibe por su cercanía.

LA ESCENOGRAFIA La escenografía es escueta: columnas blancas, redes enmarcadas, a través de las cuales se recrean momentos distintos del relato. La música étnica, interpretada casi siempre en directo, acompaña a los actores durante la mayor parte de la representación. Este elemento musical es uno de los que aporta mayor viveza al drama, pero también es uno de los que más esfuerzo ha supuesto para los intérpretes ya que. "Mantener un ritmo constante mezclando la voz hablada y la cantada resulta muy cansado", declaró la actriz María Martínez Tejada.

Los espectadores se enfrentan a una versión de cuatro Medea que encarnan a los elementos de la naturaleza (tierra, aire, fuego y agua), que representan las distintas fases vitales por las que atraviesa la protagonista.

La traición, el exilio, la guerra, el odio, el amor y la muerte marcan este montaje que intenta hacer reflexionar a la sociedad actual sobre la inmigración y el comportamiento de Occidente, a través de una historia tan antigua como la de Medea, que demuestra que la esencia de los sentimientos y comportamientos actuales es la misma.