La memoria individual tapa los sucesos horribles, sobre todo durante la infancia (el cerebro es así de sabio) para que no nos muramos, literalmente, de la pena. Lo que no tapa, lo asocia: un olor, un momento. Lo asocia y lo va cambiando, porque, al reconstruir los recuerdos, añadimos las partes que nos faltan.

La memoria colectiva erige monumentos a los hechos horribles: el Holocausto, los triunfos bélicos, la esclavitud. Hay heridas que no se cierran nunca. Manu Brabo decía esta semana pasada en Canal Extremadura Radio que los españoles no tienen buena memoria y que lo mismo volvemos a matarnos unos a otros: la guerra civil del 36 no fue la primera. Brabo sabe de qué habla: se ha pasado la vida profesional yendo a zonas en conflicto: su cobertura en Siria le valió el Pulitzer de Periodismo en 2013.

Durante la guerra del Golfo, Kenneth Jarecke tomó una imagen de un hombre carbonizado. Dijo dos frases sobre ella: «Si somos lo suficientemente adultos como para luchar en guerras, deberíamos serlo también para poder mirar». Y también: «hago estas fotos para que mi madre no crea que la guerra es lo que sale en televisión».

La semana que viene es primero de mayo. El 1 de mayo de 1886, las fotografías muestran manifestaciones de señores con sombrero y de mujeres portando pancartas que decían: «Lucharemos hasta ganar». Ganaron: gracias a ellos trabajamos ocho horas de manera legal.

O trabajábamos, perdón. Que esto es España y seguro que alguno de los que me lee echa muchas más horas aunque en su contrato no lo ponga, por este complejo de pater familias que hay entre los empresarios españoles, que ven a sus trabajadores como niños de teta a los que tutelar por si acaso se escaquean.

Sí: tenemos poca memoria. El lema, este año, es ‘Tiempo de ganar’.

Todo tiene su tiempo bajo el sol. En un mundo perfecto, la Feria del Libro de Cáceres la gestionaría alguna organización o alguna persona que tuviera que ver con la literatura (y que tuviera gusto, que a escritores de tres al cuarto con amigos todos conocemos). La Universidad de Extremadura tendría un aula de poesía con lecturas periódicas. Los conciertos en las salas se llenarían de público que va a ver propuestas nuevas y no grupos tributo… y todo el mundo cobraría un sueldo digno por su trabajo.

Aunque su trabajo sea editar, componer, aprenderse un papel, poner luces en un escenario, pintar, usar materiales reciclados para construir esculturas, observar lo que quiere dejar fuera de la fotografía, bailar o escribir.

El sábado se celebra el Día Mundial de la Danza. Este año, los mensajes son cinco: Marianela Boán, de Cuba, dice: «Tu cuerpo empieza antes que tú mismo y es el lugar de todos los rituales que te pertenecen. (…) Quien baila toca al otro más allá de la piel; toca su peso y su olor, derrota las pantallas táctiles y borra las fronteras entre los cuerpos y las naciones». El chino Willy Tsao habla de los valores de expresión del individuo que promueve la danza contemporánea como una forma de respetar las opiniones y diferencias. La libanesa Georgette Gebara compara a la danza con la poesía: ambas reflejan «la profundidad del sentimiento humano». Salia Sanou, de Burkina Faso, reflexiona sobre las migraciones: «La cuestión que la migración convoca, más allá de su conexión política, es la cuestión de mirarse a sí mismo en el otro. Una mirada alimentada por un imaginario que drena una idea sesgada, condescendiente, estereotipada, del exterior, es decir, un cuerpo intrusivo del tejido social». Y dice más: «Bailar para ganarse la vida». Eso dice: bailar para ganarse la vida. Todas las vidas: el sustento y una vida plena. Para que no veamos al resto de los cuerpos como intrusos.

La celebración oficial de este día tiene lugar en Montijo, pero en el López de Ayala estará Nina Kaptsova y La Nave del Duende programa ‘Desexo’ (para mayores de 12 años). La Filmoteca de Extremadura se ha unido también con una delicia que se llama ‘Dancing Beethoven’: el documental de Arantxa Aguirre sobre la preparación de la coreografía de la ‘Novena Sinfonía’ de Beethoven. La puso en escena el Béjart Ballet de Lausana con el Ballet de Tokio y la Orquesta Filarmónica de Israel dirigida por Zubin Mehta.

Hay más citas esta primavera que parece que ha llegado ya. Pasión Vega está en Cáceres, comienza la feria del libro de Plasencia, sigue la de Cáceres, está el Nosolocirco en Navalmoral de la Mata… Los actos culturales, todos, tienen su razón de ser en cada uno de nosotros: unos hacen para que otros vean. Mi desesperación con la promoción cultural llega a tal punto que me encantaría ir casa por casa y decir: Salgan a la calle, vayamos a ver esto. Ojalá. Así sea.

Gala Nina Kaptsova y estrellas del Ballet Ruso. Teatro López de Ayala (Badajoz). Viernes, 27 de abril. 21.00 horas.

‘Desexo’. La Nave del Duende (Casar de Cáceres). Viernes, 27 de abril. 21.00 horas.

‘Dancing Beethoven’. Cáceres. Viernes, 27 de abril. 20.30 horas y domingo, 29 a las 18.00, 20.15 y 22.30, en el COC de Badajoz. En Mérida se proyecta en Cinesa ‘El Foro’ el lunes 30, a las 19.30 y a las 21.30 horas.