La carrera de Meryl Streep ha llegado a unas cotas que hace innecesario el exceso de adjetivos. Prueba de ello son tres Oscar, ocho Globos de Oro y una trayectoria que abarca más de 30 años de carrera. Acaba de recibir su 23ª nominación al Globo de Oro y se vislumbra como candidata al Oscar por su último trabajo, Los archivos del Pentágono. En él, Streep da vida a Katharine Graham, presidenta de la empresa editora del diario The Washington Post. Graham arriesgó su imperio, posición social y libertad cuando decidió publicar en 1971 los llamados papeles del Pentágono, un estudio secreto sobre la guerra de Vietnam y antesala del caso Watergate. El filme, dirigido por Steven Spielberg, llega ahora a nuestros cines.

-¿Qué relevancia tienen las mujeres como Katharine Graham en nuestro tiempo?

-Ella fue una mujer valerosa y muy arriesgada que decidió dar un paso muy difícil a pesar de no tenerlas todas consigo, porque no confiaba en su capacidad de liderar un periódico tan relevante como el Washington Post. Katharine heredó su cargo de su padre, propietario del periódico, y tras la muerte de su marido, que lo dirigía hasta entonces. Las mujeres en esa época estaban relegadas a puestos subalternos. Había muy pocas gerentes de empresa, abogados o médicos. En este país una mujer se graduaba con los mejores honores en una prestigiosa universidad y a todo a lo que podía aspirar era a un puesto de trabajo como secretaria. No hace mucho de eso.

-Lo hemos visto en los últimos meses, a raíz de los escándalos sexuales en la industria de cine y televisión que se han ido extendiendo al resto de la sociedad. ¿Por qué se tarda tanto en sacar estas cosas a la luz?

-La pregunta sería por qué hemos tardado 40.000 años en denunciarlo. La respuesta es que todo tiene su tiempo. El hecho de que estas cosas no avancen lo suficientemente rápido no es sorprendente, pero lo cierto es que los motores empezaron a calentarse ya en los años 60, cuando muchos de los grupos que estaban excluidos del centro del poder empezaron a tener voz y voto en la sociedad, por lo menos en este país. Ahora empezamos a recoger los frutos de esa lucha, las mujeres ya podemos denunciar sin miedo los abusos de poder.

-¿Cómo afectará eso en el futuro de Hollywood?

-Espero que no solo afecte a Hollywood, sino a todo el mundo. De hecho ya está afectando. La chispa ya está encendida y el fuego empieza a extenderse por todas partes. No se va apagar así como así. La gente está harta de permanecer en silencio.

-A lo largo de su carrera ha interpretado a muchas mujeres extraordinarias. ¿Ha conocido a alguna mujer que le haya impactado especialmente?

-La última es una periodista mexicana de nombre Patricia Mayorga, premio internacional a la libertad de prensa, por la extraordinaria labor que hace en México destapando la corrupción que hay en ese país y el nexo entre los políticos y los cárteles de la droga. Una mujer que trabaja en solitario y que arriesga su vida.

-¿Qué cualidades hacen extraordinaria a una mujer?

-En el caso de Katharine y de Patricia, lo que les hace ser extraordinarias es el inmenso valor y optimismo que tienen.

-El optimismo es una cualidad que también destaca en usted. ¿Qué le hace seguir trabajando sin parar enfrentándose a papeles cada vez más complejos?

-Me considero optimista, pero no estoy a la altura de mujeres como Patricia, ni de muchas de las que he interpretado en la pantalla, como Karen Silkwood, la sindicalista americana que denunció la deplorable situación en la que se encontraba la central nuclear en la que trabajaba. Lo que me hace seguir trabajando es la curiosidad que tengo por conocer la complejidad del ser humano, la variedad de personas que habitan el mundo, con diferentes culturas y formas de ver la vida y cómo estas personas se enfrentan a los obstáculos.

-¿Sigue sintiendo la misma pasión y alegría cuando se enfrenta a un nuevo personaje?

-Sí, porque me encanta mi trabajo. Lo que más disfruto es la preparación antes de rodar. Cada director es diferente y Spielberg lo es. Es la primera vez que trabajo con él y no hay nadie como él a la hora de construir la narrativa visual. No es un director que ensaye una escena antes de rodar y eso hace que tengas que estar muy preparada para lo que pueda pasar, es muy emocionante, terrorífico y desconcertante (ríe). Tom (Hanks) ha trabajado con él en varias ocasiones y llega al plató totalmente preparado, no comete ningún error.

-¿Y el mismo miedo a enfrentarse a la cámara?

-Sí, mucho, pero me he ido acostumbrado. Antes de prepararme para un papel pierdo la confianza en mí misma. Mi marido dice que siempre lo hago, que me entra el terror y digo que voy a llamar al productor para decirle que no puedo hacerlo (ríe). En el fondo creo que lo hago a propósito. Lo más terrorífico es enfrentarse a la página en blanco.