El autor se inspiró para ´Tormentas cotidianas´, su último relato, en los cadáveres que se rescatan del Támesis

--¿Cómo describiría Tormentas cotidianas ?

--Es una historia complicada. He querido hacer un retrato de Londres, de la sociedad y de la manera en que vivimos hoy. Es también un thriller, la historia de una persecución y también de la pérdida de identidad. ¿Qué ocurre si alguien lo pierde todo? ¿Sigue siendo la misma persona? ¿Cambia la sociedad? ¿Cambiamos nosotros? Todo este tipo de preguntas.

--Su libro puede ser pura diversión y también algo más.

--Puede leerse a niveles muy diferentes, de la misma forma que ocurre con las novelas de Charles Dickens. Detrás de Tormentas cotidianas hay una novela de Dickens, Nuestro amigo común, la última que escribió. Esta empieza con un cadáver que es extraído de las aguas del Támesis y es la historia de una herencia. Mi novela está inspirada en el artículo de un periódico en el que se decía que cada año la policía rescata del Támesis entre 50 y 60 cuerpos.

--¿Qué tipo de héroe es Adam?

--Creo que su nombre explica mucho, podría ser cualquier hombre. Todos los lectores pueden identificarse con él. Es alguien que no tiene ningún poder especial, que pertenece a la clase media, ha recibido una buena educación, tiene un trabajo y su matrimonio se ha roto.

--Adam desaparece intencionadamente. ¿Es posible esfumarse de la faz de la tierra?

--Solo en Inglaterra desaparecen 200.000 personas cada año sin dejar ningún rastro. No están muertas. Son individuos que han decidido romper con su vida previa. Se marchan de casa, lo dejan todo y la policía no puede encontrarlos. Es posible conseguirlo, pero hay que borrar cualquier rastro porque en el momento en que se utiliza una tarjeta de crédito o se enciende el móvil, te pueden encontrar.

--Londres tiene un gran protagonismo en el libro. ¿Cómo ve la ciudad?

--Vivo en Londres desde hace 27 años y la conozco muy bien. Es una gigantesca y muy vieja. Se ha convertido, sin discusión, en la ciudad del mundo con mayor número de etnias, culturas y razas del planeta. Antes era Nueva York, pero ahora es Londres. Y eso es algo fascinante.

--La industria farmacéutica no sale bien parada en el relato.

--Quería escribir la historia de un hombre perseguido y tenía que buscar una fuerza del mal tan poderosa como la industria del petróleo, del armamento, la CIA, la mafia o cualquiera de esos clichés. Las compañías farmacéuticas hacen muchas cosas buenas, pero con algunos medicamentos, con tanto dinero en juego, aumenta la tentación de la corrupción.

--Usted plantea en varios de sus libros el problema de pérdida de la identidad.

--En mis últimas cuatro novelas hablo sobre diferentes cuestiones de identidad. En Armadillo , por ejemplo, hay un hombre que se reinventa, a causa de su trabajo, tres o cuatro veces al día. Imaginar lo que pasaría si hubiera que vivir de un modo muy diferente y con una identidad distinta, es un ejercicio intelectual muy interesante

--¿El tema le obsesiona?

--Puede que influya mi propia experiencia. Mi identidad es muy compleja. Mis padres eran escoceses, nací en el oeste de Africa y fui a un colegio africano. Era un chico blanco en un continente negro. Me sentía más a gusto en Nigeria que en Escocia. No tengo acento escocés y la gente cree que soy inglés, pero no me considero inglés. Genuinamente no puedo decir soy de aquí o de allí.