Tras algunos cortometrajes y trabajos incluidos en proyectos colectivos, Maider Fernández Iriarte fue admitida en el Máster de Creación Documental de la Pompeu Fabra. El proyecto que presentó, supervisado por Mia de Ribot, versaba sobre la fe. Quería indagar qué sentían las personas para quienes la presencia de Dios era un pilar fundamental. Y pensó que el santuario de Lourdes podía servirle para la que acabaría siendo Las letras de Jordi. Contactó con instituciones en Barcelona que viajan a Lourdes con peregrinos y conoció a Jordi, un hombre con parálisis cerebral, devoto, que se esforzaba al máximo por comunicarse.

Es muy común en el cine documental empezar con una idea y descubrir caminos aún más estimulantes. Entrar en contacto con Jordi fue para Fernández una revelación. A través de él podía seguir hablando de lo que supone tener fe, pero también de otras muchas cosas, como lo que significa poder ser comprendido.

«Me impresionó que mientras tenía que hacer un esfuerzo por comunicarse con las personas, con Dios hablaba sin esfuerzo, esa barrera no existía», cuenta la cineasta. «Por eso decidí construir la película alrededor de nuestra propia relación, cómo podíamos entendernos a través de una tabla con un abecedario escrito, que es la forma que él utiliza para dialogar. Ese era el reto, cómo trasladar esa conversación en la que lo importante era la imagen, no el sonido». Esas letras que él indica para formar palabras son auténticas protagonistas. La directora le hace preguntas, unas más generales, y otras más privadas, sobre su enfermedad, la incomprensión que genera o la soledad que siente. Algunas resultan demasiado dolorosas, otras muestran su sentido del humor y cómo es capaz de coger todo lo bueno que le dan quienes le rodean para convertirlo en amor y confianza.

«Fue un hándicap cómo retratarlo. Era la parte vulnerable, no solo por su condición, sino porque se convertía en el objeto filmado. No queríamos que el espectador tuviera prejuicios o le tuviera lástima. Por eso intentamos crear un entorno de confianza para que nuestra relación fuera lo más horizontal posible».

Fernández trabajó con Jordi cuatro meses en la Fundació Catalana per la Paràlisis Cerebral. Y lo acompañó a Lourdes, donde filmó toda la parafernalia alrededor de los ritos y ceremonias que allí se celebran. Fue el primero que vio la película acabada, junto a su madre, antes de que se presentara en la sección Nuevos Directores del Festival de San Sebastián. Ahora, la cineasta prepara una especie de spin-off de Las letras de Jordi basado en el comité médico internacional que busca en Lourdes explicaciones científica a las curaciones espontáneas que se dan allí. Es decir, el paso previo al milagro.