Los ojos de Katherine Pancol otearon esta semana Barcelona desde una azotea del paseo de Gràcia tras unas grandes gafas de sol marca cocodrilo. Lágrimas de cocodrilo, bolsos de cocodrilo, botas de cocodrilo, cocodrilos vivitos y coleando y personajes con la piel tan dura como la de los cocodrilos aparecen en su novela Los ojos amarillos de los cocodrilos (La Esfera). Pero este best-seller, con más de un millón de ejemplares vendidos en Francia y 80.000 en España en cinco meses, no va de cocodrilos sino de una mentira urdida entre dos hermanas, Josephine e Iris, alrededor de las cuales se despliega un abanico de personajes retrato de la sociedad actual.

Entre ellos, Pancol (Casablanca, 1954), destaca a Josephine, separada de un marido que la engaña, que debe buscarse la vida para sacar adelante a sus hijas y que logra superar sus problemas. "Ella es el eje de la novela, todos los lectores se identifican con ella. Es un modelo universal de ser humano, una mujer con valores de verdad, que no son la belleza, el dinero o el poder, sino el amor, la familia, la compasión..."

Katherine Pancol, que trabajó de periodista para Cosmopolitan y Paris-Match , responde cientos de correos electrónicos de lectores. "Hay niñas de 13 años, mujeres de 80, hombres de 40 y ¡hasta un soldado chino de 22! Todos me dicen ´yo soy Josephine´ o ´ella me ha ayudado a superar un divorcio, una enfermedad, los problemas cotidianos..." Incluso un psicólogo de Ginebra receta leer sus cocodrilos a sus pacientes.

"Intentar ser amiga de un cocodrilo es como serlo de un banquero: imposible", suelta riendo Pancol, que reconoce su fascinación por estos reptiles. "Son materia prima para fabricar muchas cosas y al mismo tiempo es un animal prehistórico que sigue vivo, que es más fuerte que el hombre". En el libro, Antoine, el marido de Josephine, se embarca con unos chinos en un negocio de cría de cocodrilos en Africa. ¿Surrealista? En absoluto: Pancol se inspiró en la noticia real de un granjero que compró 75.000 cocodrilos para usarlos como materia prima. "La imagen de Antoine intentando convencer inútilmente a los cocodrilos de que necesita triunfar gracias a ellos es una metáfora del sentimiento de darse de bruces contra un muro de incomprensión que forman nuestros jefes, los capitalistas o el mundo", aclara.

"Recojo detalles de la vida cotidiana, los meto en una masa pastelera y hago una tarta que es el libro", explica. Detalles como las listas de "vaginas explotables" que hacen amigos de sus hijas; como "la niña de 12 años, una perfecta Lolita", que en una zapatería parisina la despreció con la mirada por ir vestida de ir por casa y que ha inspirado a Hortense, la hija guapa de Josephine; o como un recuerdo de infancia --"dos hermanas, una muy guapa, la otra normal; todas las miradas iban a la primera"-- y una noticia --"una mujer que manipuló a su hermana para que asumiera un crimen suyo"--. De ahí surgió el pacto que Iris, guapa y riquísima, propone a Josephine. Belleza y dinero, dos armas de doble filo.

Pancol, con diez libros a sus espaldas antes de Los ojos amarillos de los cocodrilos , no pensaba convertirlo en serie, pero el éxito propició El vals lento de las tortugas , que saldrá en España a final de año, y Las ardillas de Central Park están tristes los lunes. ¿Una cuarta? "No quiero ser prisionera", afirma indecisa. Habrá que ver qué animal se cruza esta vez en su camino.