-Sus primeras novelas fueron premiadas y la penúltima, ‘Mujeres que compran flores’, todo un éxito con más de 150.000 ejemplares en todo el mundo. ¿Hubo presión o fue un aliciente a la hora de escribir ‘El sueño de la crisálida’?

-Siempre hay presión, pero sobre todo por satisfacer a los lectores porque al final, lo que hasta ahora me ha funcionado ha sido escribir lo más libremente posible. No puedo decir que haya ninguna novela que no me haya salido de las tripas. Me senté y pensé de qué voy a escribir que me toque íntimamente. Y se me cruzó el personaje de Greta.

-Un personaje real.

-Absolutamente. Yo tengo un superpoder, que no es escribir (risas) y es que todo el mundo me cuenta su vida.

-Como a Patricia, el otro gran personaje de la novela.

-Tal cual, porque Patricia es bastante alter ego mío claramente. Pienso como ella y está basado en mí, no en mi vida privada. Le he prestado su visión del mundo y ese proceso de transformación al que se anima después de conocer a Greta. Ella ya estaba animada y conocer a esta mujer me terminó de convencer. Greta, sin embargo, tiene que recuperara sus creencias, su fe en si misma, su sexualidad... es como un alien a la que han dejado aquí con 33 años y tiene que aprender a vivir en nuestro mundo. ¿Y eso qué te permite? Ver el mundo con ojos nuevos y ver que tu estilo de vida es una forma de aislamiento y no has vivido en un convento como ella, pero casi cuando estás trabajando desde tu casa, con tal prisa por llegar a todas partes, y con tal celeridad que no terminas de estar con nadie.

-¿Todo lo que cuenta de Greta es real?

-Sí. Me pareció que es una historia muy valiente, que no se había contado antes y claro, para un periodista y para un escritor es oro puro. Al principio pensé por qué me interesa la historia de una exreligiosa pero me di cuenta que había ecos de algo que a mí también me pasó, que yo no denuncié en su día, de acoso laboral, y dije, bueno, da igual que suceda en la iglesia, en el periodismo o en la arquitectura, son cosas que se tienen que contar y que tienen que ver con la sociedad de la prisa que no nos permite empatizar con los demás. Era bonito no hablar de dos personajes que son víctimas de algo, que se encuentran en un proceso de transformación, y que han decidido no ser víctimas y les encantaría que nadie lo fuera.

-Realmente es una historia muy dura.

-No me apetece deprimir a nadie, puedo hablar de cosas actuales, de cosas duras y de personajes maravillosos con capacidad de trasformarse a ellos y a su entorno, es una novela de rebeldes con causa, que se rebelan contra el destino que tienen adjudicado, como una crisálida. Son personajes que se rebelan contra el reino de la normalidad.

-Hay también abuso, homosexualidad...

-Ella entra ya señalada... como cualquier persona maltratada se siente culpable. Ella me decía de contar esta historia para que nadie se volviera a sentir así de sola; a mí me fascinó porque es una historia que no se ha contado, que ahora se empieza a contar, con el #churchtoo, pero más con el abuso sexual, pero aquí hablamos de una situación de la mujer en cuanto a la falta de valoración. Es la hora de una revisión.

-¿Qué aportan estas dos mujeres a la sociedad?

-Hablar es siempre sanador. Es una novela liberadora por lo que ha traído consigo para la persona que me lo ha contado. Lo que puede aportar es que el que una persona que se haya visto atacada por ser diferente lo cuente; y que no se mire hacia otro lado cuando ocurren estas cosas.

-Decía que había sufrido acoso laboral, ¿le ha servido como terapia escribir?

-Yo ya lo tenía bastante superado. Lo que me hizo empatizar con el personaje de Greta es que independientemente del mundo que viniera, porque sigue teniendo vocación religiosa, injustamente le han apartado de su camino porque era una mujer que cuestionaba la situación de la mujer en la iglesia. Cuando me pasó a mí yo no lo localicé como un acoso laboral.

-Sucedía pero pero no se daba altavoz.

-El caso es que no para de aumentar, como el bullying, entonces, ¿qué está pasando para que eso ocurra cada vez más y no menos? Hay un marco legal que existe pero que no se conoce... quería que a través de esta historia común empezaran ese proceso de transformación porque son dos personas que no se parecen en nada, solo en que quisieron seguir un camino del que les sacaron injustamente y en que han vivido aisladas, una por estar sobreconectada y otra tener su cerebro en una caja.

-¿Hay final feliz o como la vida, lo deja abierto?

-No me gustan los finales abiertos y ya he dicho que no quiero deprimir a nadie. Hablo de lo que veo en el mundo sin contemplaciones. Es una novela muy crítica pero creo que es una historia bella.

-Le han dicho que es una escritora para mujeres.

-Constantemente, escriba lo que escriba. No he decidido que sean dos mujeres pero como está basado en una conversación real, es que lo somos. Esta novela es sobre la capacidad de transformación de los seres humanos y el proceso de crisálida que es todo lo contrario a la resignación. Estoy hablando de lo que nos ocurre a los seres humanos cuando nos llevan al límite y de la capacidad de algunos de transformarse en algo distinto a un monstruo sino en algo mejor y más libre.