Durante un viaje a China, en la plaza de Tiananmen, llena de ciudadanos de ojos rasgados, el pintor extremeño Mon Montoya vivió "una de las mayores sensaciones de soledad que he conocido". De allí, de aquel país "confuso, contradictorio, intenso" surgió uno de sus enormes cuadros (Los dragones del río Li ) que sintetizan el trabajo de sus últimos diez años. Una exposición presentada por el Círculo de Bellas Artes de Madrid y Caja Segovia plantea una mirada a esa década. "Es como un diario --explica el artista--, como una crónica de mi vida, en la que uno ve su evolución, cómo ha ido aprendiendo".

Mon Montoya (Mérida, 1947) es uno de los artistas más destacados de la pintura extremeña de fin de siglo. No llegó a vivir en Extremadura de manera fija, sino en Ciudad Real, ya que su padre era manchego. Pero la familia de su madre, que nació en Cabeza del Buey, vive mayoritariamente en Mérida.

En 1986, a raíz de una exposición colectiva Nueva imagen (Siete pintores extremeños) , se incorporó artísticamente al devenir cultural de la región. Exposiciones individuales y junto a otros artistas han ido mostrando su evolución durante este tiempo. La muestra de Madrid, El árbol del rescate , la componen una veintena de pinturas, dibujos y otros documentos del artista, que vivió los cambios que el arte español experimentó entre los 70 y 80. "Mi generación tuvo protagonismo en el paso de la dictadura a la democracia, así que a pesar de que mi formación fue académica (estudié en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid), la viví convulsamente, y tuvimos a adaptarnos a las corrientes artísticas que se dieron entonces y después, como la que ha supuesto la revolución tecnológica". Para un pintor, la irrupción de lo tecnológico despertó dudas y afirmaciones, pero no rechazo: "Finalmente se trata de medios, de procedimientos, de lenguajes, como la pintura", dice Montoya. Pero la pintura, añade, "nunca morirá".

¿Y cómo es su pintura? "Irónica, poética y esencial. En mí hay un trabajo hacia la síntesis". Su pintura conceptual derivó hacia la abstracción, pero con una presencia constante de signos. "Lo difícil es transcribir las ideas a formas plásticas, y para hacerlo yo he utilizado ese método de síntesis". Si uno piensa en la caligrafía china, donde la escritura sintetiza conceptos, palabras y sensaciones, estará cerca de la pintura de Mon Montoya. Y tendrá en Los dragones del río Li algunas claves de su proceder. "El dragón es un símbolo del imperio chino y en el lienzo predomina el color amarillo, que es el símbolo de los emperadores. En ese cuadro intenté transcribir la sensación que tuve al volver de China, de una civilización no soñada por mí".