A Mónica Cruz le encanta ser hermana de Penélope. Es algo de lo que está "orgullosa". Pero ya está. Cada una tiene su vida, su camino y su futuro. O sea que basta de comparaciones. No lo dijo así, pero casi. La pequeña de las Cruz mostró ayer las uñas para defender su profesionalidad con independencia de la sangre que le corre por las venas. Cualquier comparación resbala, dijo, "cuando tienes las cosas claras". Y ella las tiene.

Mónica tenía ayer una misión que cumplir: decirle al mundo que ya es actriz de cine. No lo hizo con soberbia sino con humildad. "Me considero una novata", reconoció en la presentación de En busca de la tumba de Cristo, la película con la que salta a la gran pantalla y que se estrena mañana en España.

Hizo bien Mónica en no compararse con su hermana y dárselas de estrella porque el filme no pasará a la historia del cine. La mediocridad de la película, sin embargo, no ha impedido que Mónica aprenda de su personaje. O viceversa. "Interpreto a una chica que sufre mucho, pero que está decidida a conseguir lo que quiere", explicó. Moraleja: "El amor vence".

Mónica no siente vértigo: "No me gusta tener miedo en la vida. La tranquilidad te la dan los proyectos que vas cogiendo". Tras el "regalito" que supuso En busca de la tumba de Cristo, su currículo se ha llenado con la francesa Astérix en los juegos olímpicos y la canadiense La última hora.