Mónica Molina ha publicado Mar blanca , un tributo a "la memoria de Antonio Molina", como reza también el título del disco, en referencia a su padre. Una leyenda de la canción española que arrasó en los 50 con piezas que ahora sus dos hijos pequeños (Noel Molina firma la producción) han querido actualizar.

--Tras cinco largos años de silencio, ¿por qué regresa con esta ofrenda a su padre, Antonio Molina?

--Es un proyecto con mi hermano Noel que quisimos hacer poco a poco. Coincidía que mientras lo hacíamos nos embarcábamos en otras historias. Al principio tampoco lo teníamos claro. Lo veíamos arriesgado. Pero luego me di cuenta de que ahora podía permitírmelo, ya que de alguna forma tengo una carrera consolidada, con lo que no doy pie a que la gente comente chorradas.

--¿Cómo que es una oportunista?

--Sí. No quería dar pie a ello.

--¿Y no le ha causado cuanto menos temor atreverse con canciones como la mítica Soy minero ?

--Les tenía cierto respeto por lo que son; porque forman parte de la memoria musical de este país y están muy arraigadas en nuestra cultura. Sacarlas de ese contexto y hacerlas nuevas parecía difícil. Y lo fue. Pero con el trabajo hecho comprobé que no era para tanto. Es nuestra forma de agradecerle a nuestro padre lo que nos ha dado, de recuperar estas hermosas piezas, adaptándolas a mi manera de cantar.

--¿Hay algún tema que le haya emocionado especialmente?

--Todos me han traído montones de recuerdos, pero hay algunos que forman parte de mi infancia y me han tocado más la fibra, como Caminito del olvido , Mar blanca y Yo quiero vivir contigo .

--¿Qué edad tenía cuando murió su padre?

--23 años. Y la foto que incluyo en la carátula ¡es la única que tengo con él! Queríamos poner una en la que saliera también mi hermano, pero no existe. Al ser los pequeños de ocho, ya no estaban para retratarnos.

--Su hermano siempre ha sido su aliado musical. ¿Por qué?

--No entiendo este oficio sin él. Es mi mitad. Yo, por desgracia, no tengo su capacidad para componer. Por eso funcionamos tan bien. Ambos tenemos una visión del oficio y de la música muy parecida y en el proceso de creación coincidimos plenamente.

--Otro fiel es el reclamado guitarrista Pedro Javier González. Y aquí brilla otro instrumentista: Antonio Serrano y su inspirada armónica.

--Sí, Pedro Javier ha colaborado en mis cinco discos. Y cuando empezamos a grabar llamamos a Antonio. Entonces no teníamos ni discográfica, ni sabíamos si podríamos sacar este álbum. Pero aún así le propuse colaborar en Caminito del olvido y lo que aportó es fenomenal. No nos pidió nada. Se prestó de la manera más adorable.

--¿Por qué canta más en Turquía que en España?

--En Turquía me van saliendo más conciertos. Aquí también es cierto que llevo dos años sin actuar porque he estado enfrascada en hacerme una casa, pero siguiendo todo el proceso: desde el primer ladrillo al último. Cuando saqué mi segundo disco, Vuela , me contrató un empresario turco que me conoció aquí estando de vacaciones. Acabé publicando el disco allí y resultó ser un bombazo, así que empecé a hacer una carrera paralela en este país.

--Qué triste la actualidad que ha adquirido ese Adiós España qué ahora usted canta-

--Desgraciadamente no puede estar más de moda. La gente huye. Y entre los músicos la situación también es dramática. Yo me siento afortunada. Hay tantas personas sin desarrollar su oficio- Y tengo Turquía, que me permite seguir actuando.