Primer peso pesado en asomar la cabeza por la competición, el Nanni Moretti que ayer llegó a Cannes no es ni el portento creativo que obtuvo la Palma de Oro en 2001 con La habitación del hijo ni el hombre descentrado que volvió aquí con el furibundo ataque a Berlusconi El caimán . Su nueva película se sitúa más cerca de la una que de la otra, y fue recibida en el certamen de acuerdo con ello. Ya estrenada en Italia con gran éxito, Habemus Papam es el retrato de un pontífice recién elegido --¿hace falta mencionar que Michel Piccoli está magnífico en el papel?--, incapaz de cargar con el peso de cientos de millones de seguidores y de la consecuente responsabilidad.

SIMPATIA, TERNURA Recordemos que Nanni Moretti ya prestó atención a lo religioso en la obra maestra La misa ha terminado (1985). En todo caso, si en ella el director hablaba de la crisis de fe de un joven sacerdote, aquí prefiere medir el peso de la jerarquía eclesiástica y su suntuosidad --reconstruida magistralmente en los estudios Cinecittà--. Si aquella película era una sátira feroz, ésta muestra simpatía, ternura y hasta espiritualidad. "Cuando me dicen sobre Habemus Papam que no hay fe, ¡yo respondo que sí!", explicaba ayer Moretti. "Siento mucho no creer en Dios. Pero la película deja claro que no deseo contradecir a quienes sí lo hacen". Es decir, a pesar de los recientes escándalos que han salpicado al Vaticano, Moretti no crucifica a los cardenales sino que los muestra jugando al voleibol: "He querido contar mi Vaticano y hacer una película que no lo denuncie, no he querido dejarme influir por la actualidad", aclaró.

Sin embargo, sería un error acusar al filme de falta de garra porque el dibujo que hace de su protagonista no sugiere fragilidad sino un enorme coraje, el coraje de no someterse a una institución basada en las apariencias, pomposa y aterrada por un mundo que no la entiende y al que no entiende. Así la muestra Nanni Moretti. Sin embargo, no despliega la misma finura dejando claro de qué manera la huída de su jaula de oro y el contacto con el mundo real obran el cambio en ese hombre en crisis, ni equilibrando la profundidad dramática de esa transformación con las escenas cómicas que, mientras tanto, el resto de cardenales y su propio psiquiatra protagonizan en el Vaticano.

La jornada competitiva de ayer también nos ofreció Polisse , que disfraza de cine social lo que en realidad es un publirreportaje sobre la Unidad de Protección de Menores de la policía francesa. Es la primera película horrible del certamen.