Que la supuesta insensibilidad de los responsables de la Mostra de Venecia frente al feminismo y el MeToo iba a convertirse en uno de los asuntos más controvertidos de su 76ª edición es algo que se sabía desde hace semanas, cuando se anunció que la lista de los 21 cineastas que iban a aspirar al León de Oro tan solo incluía a dos mujeres -la saudí Haifaa Al Mansour y la australiana Shannon Murphy- y, además, a Roman Polanski. Y la previsión ni siquiera ha esperado a la ceremonia de inauguración del certamen, que tendrá lugar este miércoles por la noche, para confirmarse.

La directora argentina Lucrecia Martel, que este año ejerce de presidenta del jurado de la competición, anunció ayer que no hará acto de presencia en la gala del próximo viernes en la que se proyectará la película de Polanski, El oficial y el espía, en solidaridad con las víctimas de acoso sexual. «No voy a asistir porque represento a muchas mujeres que luchamos por cuestiones como esta, y no deseo ponerme de pie y aplaudir», afirmó Martel, antes de matizar que considera acertada la presencia en el festival del director polaco, en busca y captura por parte de EEUU por la violación de una menor en 1977. «He visto que la víctima considera el caso cerrado, porque cree que Polanski ha cumplido lo que su familia y ella habían pedido. Si la víctima se ve resarcida, ¿qué vamos a hacer nosotros? ¿Ajusticiarle? ¿Negarle la presencia en el festival?».

Como era de esperar, Martel también se pronunció acerca de la escasa presencia femenina en el concurso, en concreto para reivindicar la necesidad de introducir cuotas. «No me gusta especialmente, pero no sé qué otro modo tenemos de empezar a forzar a esta industria a pensar de otra manera».

El director de la Mostra de Venecia, Alberto Barbera, tomó posteriormente la palabra en el mismo acto para expresar sus diferencias con Lucrecia Martel. «Habría que pensar en un sistema de cuotas para situaciones en las que aún hay prejuicios, como las admisiones en escuelas de cine o el acceso a la financiación. Pero en las selecciones de festivales no los hay, e introducir cuotas significaría no respetar el criterio de calidad», defendió el directcor del festival.

CRÍTICO DE CINE, NO JUEZ / Por lo que respecta a la polémica suscitada por la inclusión de Polanski en el programa, Barbera ofreció una variación de la misma respuesta que lleva dando hace días a quien le pregunta: que él no es un juez sino un crítico de cine. «La historia del arte está llena de personas que cometieron crímenes y no hemos dejado de considerar sus obras. Me gustan las películas y el único criterio que puedo usar para decidir si las selecciono o no es su calidad», explicó.

El oficial y el espía trata del caso Dreyfus, escándalo político que tuvo lugar en Francia hace más de un siglo, cuando un capitán de origen judío fue falsamente acusado de espionaje. Resulta tentador dar por hecho que lo que ha llevado a su director a hacer una película sobre una caza de brujas es que él mismo se siente víctima de una, pero habrá que esperar al viernes. N. S.