Hace siete años, Sofia Coppola estrenó en la Mostra de Venecia su celebrada Lost in translation , el retrato de dos almas perdidas, un famoso actor de Hollywood y una muchacha, establecen conexión emocional en un hotel de Tokio. Ayer volvió al certamen, esta vez a concurso, con Somewhere , el retrato de dos almas perdidas, un famoso actor de Hollywood y su hija, que establecen conexión emocional en un hotel de Los Angeles.

"Me interesan los hoteles porque en mi vida he pasado mucho tiempo en ellos. Además, mis personajes son seres en transición, así que es lógico que habiten lugares de paso", explicó apática ante la prensa Coppola. Un poco más animado se mostró, a su lado, el actor Stephen Dorff, algo de esperar considerando que Somewhere tal vez lo rescate del olvido. "Johnny Marco, mi personaje, es un actor que vive la vida salvaje, pero su vida cambia cuando pasa un tiempo con su hija. Se convierte en un hombre".

Que Marco sea el primer protagonista masculino del cine de Coppola no debe llevarnos a engaño. Todas sus películas son la misma, retratos de seres melancólicos y solitarios, alienados del mundo que los rodea. Vuelve a ellos porque, como ha reconocido, son trasuntos de sí misma. Quizá por eso, lo que prometía ser una sátira de Hollywood resulta ser un retrato muy comprensivo. Sóí, los habitantes de ese mundo son seres malcriados, superficiales y vacíos, pero cómo no van a serlo, parece sostener Somewhere , si viven entre publicistas hipócritas, periodistas pelotas y lujos horteras.